(Del cat. esquirol, y este de L’Esquirol, localidad barcelonesa de donde procedían los obreros que, a fines del siglo XIX, ocuparon el puesto de trabajo de los de Manlleu durante una huelga).
1. adj. Dicho de una persona: Que se presta a ocupar el puesto de un huelguista.
2. adj. despect. Dicho de un trabajador: Que no se adhiere a una huelga.
Hoy se cumple una semana de huelga de los empleados de la limpieza de la ciudad de Madrid. Una huelga motivada por la externalización a precios temerarios de este servicio público por parte de la Alcaldesa Ana Botella y por la avaricia de unas empresas que se comprometieron a prestar este servicio a bajo precio sabiendo que tendrían que despedir a más de 1000 y bajarle el sueldo en un 40% al resto de la plantilla.
Esta es una huelga que representa la lucha de los trabajadores, de los más débiles contra los ricos, los poderosos, las grandes constructoras a las que el Ayuntamiento más grande de España debe cantidades estratosféricas de dinero y que se pliega a sus órdenes como un junco al viento. Esta es una batalla que simboliza lo que está ocurriendo en toda España desde que Gobierna el Partido Popular, la de los necesitados contra los millonarios, la de los trabajadores, los funcionarios, los jubilados, los desempleados, los enfermos, los dependientes contra los recortes impuestos por la troika y ejecutados con saña por el Gobierno de Mariano Rajoy.
Ahora, en una vuelta de tuerca más, en lugar de sancionar a las empresas adjudicatarias que no cumplen con lo comprometido con el Ayuntamiento en los Pliegos firmados, el Ayuntamiento de Madrid trata de que la empresa pública TRAGSA, realice los trabajos de limpieza de la vía pública reventando así la legítima y justa huelga de los trabajadores en defensa de sus puestos de trabajo, de sus salarios, de su dignidad y de la de todos nosotros.
Como los trabajadores de TRAGSA, empresa pública que será sometida en breve a otro ERE sanguinario, se han negado a presentarse voluntarios a esquiroles, se ha recurrido a una ETT para que contrate por una semana a gentes dispuestas a limpiar las calles de Madrid por 85 euros la noche. Buscan 200 esquiroles que revienten la huelga, que tuerzan el brazo a la férrea voluntad de los trabajadores de la limpieza y que nos demuestren al resto que ellos, los que mandan, pueden hacer lo que quieran poniendo unos cientos de miles de euros sobre la mesa.
No me vengáis a contar que hay mucha gente desespera que el 30 de septiembre cumplí un año en paro. No me vengáis a decir que la cosa está muy mala que tengo una hija en la Universidad cuya matrícula me ha costado la friolera de 2.000€. No me tratéis de ablandar el corazón con que las familias se desahucian que me quedan 30 años de pagar una hipoteca por un bajo en un edificio de 50 años en la zona vieja de un pueblo de la periferia de Madrid. No. No admito excusas, todos y cada uno de los que salgan a la calle a limpiar las vergüenzas de la alcaldesa de Madrid serán unos esquiroles, unos traidores a la clase trabajadora y el ejemplo viviente de que algunos sí merecen lo que tienen.