Ayer, en el Congreso de los Diputados, el rodillo de la mayoría absoluta del Partido Popular impedía el debate y búsqueda de soluciones al drama que supone para miles de pequeños ahorradores españoles la estafa de las preferentes.
En la tribuna de visitas, algunos de estos ciudadanos, inermes ante los poderosos bancos, asistían entre atónitos e indignados al espectáculo de un Congreso de los Diputados ajeno a su sufrimiento y un Gobierno dispuesto a salvar al sistema financiero, pero que no moverá un músculo por las personas estafadas por ellos.
En ese momento alguno perdió los nervios, que es de lo poco que les queda por perder después de la vergonzante quita a las que les van a someter, solo por confiar en la palabra de su caja de ahorros, la de toda la vida, probablemente la que también lo fue de sus mayores, y desde la Tribuna gritó su impotencia contra los insensibles populares y el Presidente del Congreso, ese que tiene a su mujer manejando millones en cuentas en paraísos fiscales, les mandó desalojar.
Mientras los representantes del pueblo pedían a los garantes de la segurdad del pueblo que los desalojaran de la sede en la que reside la soberanía popular, algunos diputados socialistas entre ellos Odón Elorza, Pepe Martínez Olmos y algunos más, aplaudieron a los afectados por las preferentes en solidaridad con su gravsimo problema, lo que soliviantó a Manuel Chaves, ex Presidente de Andalucía, ex Presidente del Partido Socialista y actual diputado en Cortes.
En un gesto tan autoritario como inexplicable en un socialista, Chaves se volvió y golpeando el escaño de la diputada que tenía detrás mandó cesar los aplausos y le espetó al también diputado socialista Odón Elorza que si sabía en qué Partido estaba, a lo que este último le respondió muy acertadamente que en el PSOE.
El compañero Chaves no es santo de mi devoción desde su papelón en el culebrón veraniego que nos brindó Zapatero, allá por el 2010 al llamar a Tomás Gómez a la Moncloa para que cediera dócilmente el liderazgo de la candidatura en Madrid a la ex Ministra, ex candidata a alcaldable y ex organizadora iberoamericana, Trinidad Jiménez. Todo aquel episodio fue vergonzante para un partido socialista que dice defender la democracia interna, la transparencia y a sus militantes, pero el papel de Chaves afirmando paternalistamente haberse reunido con Gómez en un vano intento de convencerlo para que cediera y aceptara un puesto compensatorio en un futuro, para luego tener que desmentirlo es solo equivalente al de Rubalcaba afirmando aquello de que decirle no al Presidente no sale gratis.
Tampoco entiendo cómo es posible que Manolo Chaves esté permitiendo los ataques inmorales de la caverna mediática y del Partido Popular hacia su sucesor, Pepe Griñán, cuando él era el Presidente de la Junta de Andalucía cuando se nos colaron un puñado de golfos a robarles a todos los andaluces a través de la firma de Expedientes de Regulación de Empleo fraudulentos y cuando él fue el que nombró al Consejero de Trabajo directamente implicado, pero allá cada uno con su conciencia y honor.
Por lo que refiere a su papel de ayer, defendiendo la sacro santa Cámara en lugar de a los desfavorecidos, los engañados, los pobres, los que sufren, los que debería sentir como nuestros, destila un olor a naftalina, casi tan asfixiante como el de la defensa del juancarlismo que hace Rubalcaba, afirmándose republicano pero cómodo con el Rey Borbón. Un socialismo viejuno anclado en el tan cacareado espíritu de la transición, que la mayoría de los españoles, entre los que me encuentro, ni vivimos, ni sentimos, ni añoramos.