A raíz de las críticas al Gobierno por los recortes en Sanidad, Educación y Servicios Sociales, vertidas por el mundo del espectáculo en la gala de entrega de los Premios Goya, se ha reabierto un viejo debate por parte de la derecha rancia cavernaria española, a cerca de si se puede ser de izquierdas teniendo dinero o hay que ir en alpargatas, criar gallinas y vestir con ropa del mercadillo.
No han faltado críticas a los actores por llevar ropa cara -en su mayoría prestada por los diseñadores para que la repercusión de la gala les sirva de promoción- por calzar zapatos de marca -algunos de ellos muy puestos, por cierto- por ganar ingentes cantidades de dinero, solo por algún privilegiado como Bardem, o por pasearse por Madrid en coche con chófer, como hace Almodovar, y a la vez tener conciencia social, defender la Sanidad Pública, la Educación Pública, los derechos del Pueblo Saharaui, o cualquier otra causa que consideren buena y noble.
Dejando a un lado el plano teórico, que pone de manifiesto las diferencias básicas entre el comunismo clásico que pregonaba que todos tenían que tener lo mismo, que había que socializar los bienes productivos y de consumo, etc. y el socialismo clásico que defiende que todos han de tener un mínimo indispensable garantizado por el Estado y sufragado con los impuestos, pagando más el que más tiene… Que ya de por si ponen de manifiesto que puedes ser socialista poseyendo una fortuna, si pagas tus impuestos, contribuyes al bien común, no te escaqueas de cumplir con tus trabajadores, con la Hacienda Pública, si no te llevas el dinero a Suiza, etc.
Bajando al mundo terrenal, al que nos toca sufrir los que hacemos bandera de nuestra ideología y pregonamos que solo el socialismo puede sacarnos de esta gran estafa a la que llaman crisis y que está siendo utilizada como coartada por el Gobierno de Mariano Rajoy para eliminar todos aquellos avances sociales conseguidos durante nuestra maltratada democracia. Yo he sufrido en mis carnes esas críticas pacatas y demagógicas que tanto calan entre el trollerío popular.
Este verano me criticaban que siendo socialista veraneara en la playa (sic). Esto de por sí sería una sandez, con mi sueldo después de impuestos hago lo que me viene en gana, más aún si se fijan que voy al apartamento que tiene mi madre en Almería, por lo que el gasto es cero, el mismo que cuando mis mayores veraneaban en Don Benito, en la casa familiar. La pobreza nos viene de antaño, nunca nos ha faltado, pero nunca nos ha sobrado. Y tan orgullosos y felices que hemos vivido con lo que había, unas veces más, otras muchas, menos.
También me han criticado que subiera a esquiar a Valdeski el pasado jueves, que cumplí 41 años, como si el hecho de gastarme 37€ en un forfait para celebrar mi cumpleaños, me impidiera defender que mi hija necesita que la Educación Pública sea de calidad para labrarse un futuro o mermara mi capacidad para criticar que la subida de tasas de la Universidad hará que en septiembre, cuando tengamos que pagar su matrícula en enfermería, nos suponga un esfuerzo familiar brutal, más aún ahora que estoy en paro.
Hay quien me ha dicho, en mi cara, que para ser de izquierdas me gusta mucho la ropa de marca. Es verdad, compro ropa buena desde que engordé, por aquello de disimular las chichas, que una es presumida pese a roja. En mi descarga diré que siempre compro en rebajas o en outlet que soy muy de ahorrar, pero qué malo hay en que con mi sueldo, ganado con mi trabajo, me compre lo que me de la gana. Con ese sueldo también pago la cuota del PSOE y de la UGT, y tengo una niña apadrinada en India, en la Fundación Vicente Ferrer, y pertenezco a Médicos sin Fronteras y hasta he sido socia del Estudiantes.
Que la derecha desprecie a los que teniendo dinero defienden el Estado del Bienestar, la justicia social, el reparto de riquezas, lo Público, lo de todos, es un claro síntoma de lo que en realidad piensan de la izquierda: que tienen que ser una panda de descamisados, de perro flautas, de menesterosos comidos de mierda e incultura porque si no, serían de derechas. ¡VÁYANSE USTEDES A LA MIERDA!