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HUÉRFANOS (2ª parte)

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HUÉRFANOS (2ª parte)

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Peleados, embarcados en sus aventuras personales o desaparecidos aquellos que habían liderado nuestros corazones en los últimos años, Tomás Gómez, Susana Díaz y Antonio Miguel Carmona, la disyuntiva que se nos presenta a muchísimos militantes de Madrid es ¿qué hacemos de cara al Congreso Regional de Madrid?

Ni que decir tiene que el hombre de Pedro Sánchez, José Manuel Franco, por muy simpático que me caiga y por mucho que haya compartido con él en mi agrupación, Chamartín y en el tiempo que fue hombre fuerte de Tomás Gómez, no puede ser considerada una opción ni para mí, ni para los que hemos sufrido la Secretaría General Federal del madrileño como un castigo. No creo que haga falta que explique que el proyecto personalista que encarna el uno y que dice querer para Madrid el otro, no es mi proyecto para el PSOE. No veo necesario remarcar que quien lleva 8 legislaturas como diputado madrileño, no puede encarnar renovación, empuje, un soplo de aire fresco que ayude a los socialistas madrileños a ser una opción de gobierno, otra vez.

Tampoco me sentiría cómoda apoyando la aventura unilateral de Tomás Gómez, que se ha gestado sin contar con la mayoría de los que siempre apostamos por él, los que le apoyamos y le llevamos hasta Callao, los que nos jugamos un expediente por ir a defenderle a Ferraz. Aventura que tiene más visos de buscar el acomodo de algunos de sus cercanos que de presentar un proyecto alternativo real al de Sánchez/Franco, en Madrid. De hecho, esta presentación extemporánea de candidato más parece un ajuste de cuentas con Carmona que una opción real. El tiempo lo dirá, pero no es mi intención apostar por encarnizar el anti sanchismo sin trasfondo político detrás o la mera y simple venganza, por muy deleznable que fuera el comportamiento de Sánchez con Gómez en el pasado.

Habiéndose borrado de la lista mi opción primera, mi apuesta pública, Antonio Miguel Carmona, con el que llevaba colaborando en la elaboración de una alternativa para Madrid los últimos dos años, sus razones tendrá que, respetándolas, no puedo compartirlas, había llegado a plantearme presentarme yo misma, pero pasaría lo mismo que con el candidato de Tomás. Mi apuesta se entendería como un desafío a Sánchez, algo para confrontar, para destruir, en lugar de lo que pretendería ser, hacer algo distinto a lo que nos ha llevado a perder elecciones en Madrid desde que tengo memoria.

Por tanto, descartada yo misma, junto con todos los anteriores, he dedicado unos días a leer lo que propone el compañero Juan Lobato, y como ya dije en Twitter hace unas semanas, me gusta la música y comparto gran parte de la letra. Me congratula también comprobar que algunos buenos amigos, cuyo criterio político respeto, han apostado por el ‎Sotorrealeño. Y me gusta que sea alguien con experiencia municipal, que sepa que las decisiones de un político afectan a la vida de gente real, gente que te puede parar por las calles de tu pueblo para reprocharte si te equivocas.

Quizás sea bueno que elijamos un Secretario General como Juan, que no haya sido parte activa del drama que hemos vivido en el socialismo madrileño durante los últimos años, alguien que no haya formado parte de ninguna familia, que no se haya sentado en ninguna mesa camilla, que no tenga muertos en el armario, que tenga más futuro que pasado. Una candidatura para construir proyecto, una campaña en positivo, con propuestas, con ideas, con debate ideológico y no la merienda de negros en que se han convertido los últimos procesos de primarias, tanto federales como de Madrid. Algo que también siente mi compañero y amigo, Perico Pan.

Quizás soy una optimista patológica pero creo que se presenta una oportunidad de hacer las cosas de otra manera en Madrid, en positivo, a favor y no a la contra. Que esta ventana que se abre, tras cerrarse las viejas puertas, puede conducirnos a lo que llevamos buscando tanto tiempo, gobernar Madrid para los madrileños y dejar de sentirnos huérfanos siendo artífices de nuestro destino y no meros seguidores de un líder todopoderoso que nos guíe en la oscuridad.