Mientras desayunaba con unas compañeras de trabajo, una de ellas ha dicho lo de la regla de San Ginés porque discutíamos sobre lo importante que es la formación académica en un político.
Creo sinceramente, que el paso por la Universidad, aporta no solo un conocimiento técnico en la materia estudiada, sino una amplitud de miras, un poso, una culturilla, que a mi modo de ver es necesaria en un político, también en un empresario, en un funcionario… pero sobre todo, en un político de primer nivel.
Ya se que muchos me contestaréis que tengo titulitis, un mal que aqueja a muchos españoles, pero no se trata de eso, conozco gente tremendamente culta, competente en su actividad que no ha pasado por la universidad, ni falta que les hace, no me refiero a eso, me refiero a que para estar en primera línea de la política, ser Ministro, Secretario de Estado, Presidente de un país o una comunidad autónoma… hay que estudiar, si, hay que estudiar, hay que saber interpretar los textos que te preparan tus asesores, tienes que ser capaz de valorar críticamente si una medida es buena o mala, es vital que una formación previa te permita saber si te están dando gato por liebre y eso es algo de lo que no todos los que están pueden presumir.
Entiendo que alguien que muy joven adquiere una responsabilidad política, con lo absorbente que es la vida política municipal, de base, a la que hay que dedicar todas las horas del día y más, abandone sus estudios. Pero después del furor inicial, debería sentarse a recapacitar, fórmate, de lo que esté más cerca de tus responsabilidades, sobre las herramientas que te puedan ayudar en tu quehacer político, de lo que sea, pero fórmate, que nunca la oposición o el periódico opositor de turno pueda decir de ti que eres un iletrado, que no fuiste capaz de acabar tus estudios, que lo más redondo que has visto es un melón.
Yo estudié derecho, una carrera muy fácil, que hasta un mono amaestrado podría terminar con tiempo y fuerza de voluntad, pero recuerdo que lo que más me costó el primer año fue el código, era como si estudiara en otro idioma porque cada profesión, cada carrera tiene su propio código lingüístico y hasta que no aprendes a manejarlo parece que vienes de otro planeta y eso es lo que me pasa cuando veo a algunos políticos que les noto faltos de código, que no manejan la jerga, que repiten el discurso preparado por el asesor de turno sin haber interiorizado el mensaje, sin comprender realmente el alcance de lo que están contando y eso genera desafección, si no se lo creen ellos mismos, cómo van a hacérselo creíble al ciudadano.
Y no digo con esto que para ser Ministro de Sanidad haya que ser médico o para ser Ministro de Educación haya que ser profesor universitario, pero haber estudiado una carrera, haber hecho algún módulo superior cercano en la materia, haber cursado un master, etc. ayuda y mucho a creer a priori en la competencia política del ministrable.
Igual me pasa con los idiomas, no es que saber otro idioma además del materno te haga mejor político, pero el conocimiento de otras lenguas, otras culturas, te enriquece como persona y hace que tu mente esté más abierta, más permeable a otras ideas, a otros modos de ver el mundo, por tanto y aunque no vas a renunciar al intérprete, que la política internacional es una cosa muy seria para liarla con malos entendidos idiomáticos, si sabes idiomas por lo menos podrás hacer bromas en las fotos de familia.