Lo primero que quiero es agradecer a doña Elena Salgado que diera, hace ya algunos años, el primer paso para lograr este importantísimo objetivo, que los trabajadores españoles, todos, sin excepción, trabajen en espacios libres del humo cancerígeno del tabaco.
Ya aquel momento supuso un antes y un después en mi vida laboral, dejé de sufrir a un jefe que encendía un cigarro con la colilla del anterior, que nos obligaba a tener que abrir las ventanas en pleno enero para poder seguir respirando y que hacía que nuestras ropas, nuestro pelo, apestara siempre a tabaco rancio.
También nos permitio esa primera Ley Antitabaco elegir algunos restaurantes valientes que se decidieron a ser de no fumadores y así comer tranquilamente sin que el de la mesa de al lado te apeste con su humo entre plato y plato.
No olvidemos que en España solo fuma el 30% de la población, que esa cifra está bajando progresivamente desde hace años, que el tabaco es una droga, es caro, es malo para la salud del que fuma y del que le rodea, que provoca miles de muertes al año de fumadores tanto activos como pasivos y que al fumador no le asiste ningún derecho constitucional a fumar, en cambio la Constitución Española si recoge un derecho a la salud, a trabajar en condiciones laborales sanas y que por tanto teníamos una deuda histórica con miles de trabajadores del sector hostelero en nuestro país.
Pero faltaba mucho, faltaba valentía de los hosteleros, faltaba un poco de insumisión de los no fumadores que aguantamos estóicamente la imposición de los drogaditos con los que convivimos, era imagen habitual en nuestras comidas de trabajo o amigos que no fumáramos 7 u 8 y fumando 1 o 2, acabáramos siempre en fumadores, faltaba recordar que hay una Ley de Prevención de Riesgos Laborales que obliga al empresario a tener un buen ambiente en el trabajo, uno libre de productos cancerígenos y que no se estaba cumpliendo para los trabajadores de la Hostelería, faltaba también pedagogía, desde la aprobación de la Ley Antitabaco se están contabilizando 1.000 muertes menos por accidentes cardiovasculares en los trabajadores del sector y nadie lo grita a los cuatro vientos, en definitiva, faltaba lo que ayer se aprobó, una norma que ponga al tabaco donde tiene que estar, fuera de los pulmones de los que no lo queremos en nuestras vidas.
Una Ley Antitabaco que entrará en vigor el día 2 de enero y que convertirá los espacios públicos cerrados en espacios sin humos, sin excepciones. ¡¡¡GRACIAS PSOE!!!
Hola Martu,
Es la primera vez que participo en tu blog. Y lo hago para expresarte que, a pesar de ser fumador, estoy completamente de acuerdo con el 99% de tu artículo.
Lo que no me agrada es ese 1% en el que empleas el término «drogadictos con los que convivimos». Y no me molesta el término en sí, sino el tono en que lo haces, y no solo tú, sino que es el tono que se pretende imponer para concienciar, no de que fumar es malo, sino que los malos somos los fumadores.
No deja de ser cierto que, los fumadores, somos drogadictos. Pero mientras a nosotros se nos trata con ese «tono», a otros sectores inmersos en otras categorías de la drogadicción (ni peores ni mejores) se les trata como marginados y pobres enfermos dignos de lástima.
Yo no pretendo que nadie me tenga lástima (solo me faltaría eso), pero tampoco me gustan los agravios comparativos en los que yo he de sentirme como el malo de la película.
Quizás el problema sea que el tabaco es una droga legal y que recauda impuestos; y eso, querida Martu, no es culpa mía.
Lo demás si, por supuesto.
Un saludo.
Carlos mi tono ha sido más bien neutro, casi profesional ya que parte de mi trabajo trata sobre el tema, cuando digo que un fumador es un drogadicto lo hago sin connotaciones peyorativas sino como una realidad, el tabaquismo es una enfermedad y por tanto no podemos pedir a los fumadores autocontrol, contención, educación, empatía, pensar en los demás… porque en general, que de todo hay en el mundo, ya que son esclavos de lo que le pide su adicción.
Si te he ofendido te ruego me disculpes que no era esa mi intención
Holaaaaa!
Estoy de acuerdo en todo, peeeero: esta ley tenía que haber sido así desde el primer momento. La ley anterior fue un fiasco, nunca entendí por qué se hizo de aquella manera. Ahora hay gente cabreada y con razón.
Pero bueno, a partir de nada podré entrar a tomar café por las mañanas a cualquier bar, no como ahora.
Besus.
Ché qué alegría Tonitón, por gusto yo también hubiera querido que la prohibición fuera total de origen, pero en este país a los fumadores ha habido que ir domesticándolos poco a poco, primero en los colegios y hospitales, luego en los sitios públicos, luego bares con zonas de fumadores y ahora prohibición TOTAL.
Voy a fumarme un piti a la salud de Salgado y de Trini.
Me alegro de tu mejora laboral, Martu, yo sin embargo sigo sufriendo a un compañero de trabajo obeso que también me obliga a convivir con ventanas abiertas en pleno enero, y eso que no fuma.
Hablas del 30% de la población como si fuéramos pocos y no contásemos para nada, pero, casualmente, en las últimas elecciones del 2011 en Madrid alrededor de un 30% de personas ejercieron su derecho a la abstención, una de cada tres, un tercio de la población. Un 30% no es precisamente una minoría muy minoritaria. Curiosamente, es la cifra actual de personas adultas con sobrepeso en españa (aprox), con todos los problemas cardiovasculares y costes sanitarios que eso conlleva.
Yo, por mi parte, como fumador que soy, sigo buscando datos fiables sobre los peligros del tabaquismo pasivo. Cuando encuentre alguno que no se base en preguntarle a la gente si el tabaquismo pasivo le ha hecho daño a su salud lo haré saber. Lo que tengo claro es que si algún amigo mío ha resultado molestado por mi humo en alguna reunión de trabajo o de amigos, me enfadaría mucho con él por no hacérmelo saber en el momento.
Por lo demás, me alegro de que los trabajadores de la hostelería no tengan que respirar el humo de los fumadores aunque sólo sea por lo molesto y maloliente que resulta.