Cuando yo era pequeña, recuerdo que mi hermana, más pequeña aún, tenía muy mal genio y cuando discutíamos por algo, siempre se arrancaba a pelear y yo le decía, con la lengua, si yo te he atacado con la palabra, defiéndete con la palabra y me parecía mucho menos violento discutir verbalmente que llegar a las manos.
Con la perspectiva que dan los años tengo que reconocer que esa postura mía era bastante cruel, yo era mayor que ella, por lo tanto, además de más fuerte físicamente, sobre todo era más poderosa verbalmente, siempre me han gustado las palabras, el arte de la dialéctica y la oratoria, me gusta discutir por deporte y todo eso me ponía en una situación inalcanzable para mi hermana, pero además de cruel, esa postura era absolutamente equivocada, en ocasiones las palabras son peor que las piedras y al igual que éstas, una vez lanzadas ya no pueden recogerse.
Esta reflexión me viene a la cabeza por el brutal atentado perpetrado en Arizona contra la congresista Demócrata Gabrielle Giffords del que si se salva, no saldrá bien parada. Y me viene a la cabeza porque nadie puede ignorar que la diana sobre la cabeza de esta congresista la puso Sarah Palin publicara un mapa señalando con dianas los políticos demócratas que eran sus principales objetivos. No quiero decir con esto que Sarah Palin sea la culpable, la que orquestara la masacre, ni mucho menos, pero si es inductora del odio que lleva a un joven a disparar a una mujer solo por no pensar como ella.
Son ella y sus amigos del Tea Party los que han radicalizado de tal modo su odio hacia Obama y lo que representa de progreso, de libertad, de bienestar social, los que empujan a estas mentes desordenadas y con fácil acceso a las armas de fuego a cometer barbaridades.
Salvando las distancias, no muy grandes, por otra parte, en España el Partido Popular ha protagonizado peligrosos acercamientos a los postulados del Tea Party, muchos recordareis sin duda el juego que Alicia Sánchez Camacho, candidata por el PP en Catalunya, colgó en su página web en el que había que matar independentistas y emigrantes.
Se olvidan los políticos del Siglo XXI del poder de la palabra, de cómo, hace muchos años, hombres como Pablo Iglesias, Indalecio Prieto, Julián Besteiro, cambiaron el mundo con el poder de sus palabras, se olvidan nuestros políticos, como hombres como Felipe González y Alfonso Guerra, le dieron la vuelta a nuestro país con el poder de sus palabras y aunque ellos se olviden, los ciudadanos no podemos ni debemos olvidar porque el hombre es esclavo de sus palabras y en estos tiempos modernos, éstas quedan recogidas para siempre de mil maneras distintas.
PD: es evidente que nombro políticos de mi partido que son los que hacen moverse mi corazón con el poder de sus palabras, en este caso buenas palabras, pero de todo hay en la viña del señor.
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