Cada mañana, aprovecho a ver el telediario mientras desayuno, una de las noticias de hoy ha sido la operación policial en Navarra contra Ekin, organización que forma parte del llamado entramado de ETA y entre los arrestados está Iker Moreno, hijo del portavoz de Batasuna.
Lo que me ha llamado la atención del video que acompañaba la noticia es ver a los padres del presunto terrorista, en la puerta del domicilio, gritando “te queremos Iker” mientras se llevaban a su hijo esposado y me ha parecido entender que Txelui Moreno, el padre, decía a cámara “hijo de su padre”…
Que yo entiendo que como una madre no hay na que decía la copla y que uno quiere a sus hijos aunque le salgan delincuentes, drogadictos o del PP, pero de ahí a sentirse orgulloso de que tu hijo sea un cachorro de ETA, va un trecho evolutivo que yo no soy capaz de recorrer ni siquiera hipotéticamente.
Imagino que en este entorno familiar y social, estos niños han desayunado odio y se han merendado terrorismo y que de esta manera, destilando maldad se crían malvados y digo imagino porque es muy difícil pensar en ello desde una mente no enferma, no contaminada por la semilla putrefacta de los asesinos etarras.
Como no me atrae ese mundo abertzale capaz de justificar lo injustificable, de cerrar los ojos ante la barbarie, de no conmoverse con las lágrimas de viudas y huérfanos, de ser insensible ante el sufrimiento de un país entero, no pierdo más tiempo y dejo aquí esta reflexión desde la estupefacción.
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