El Instituto de la Mujer ha realizado un concurso de fotografía con el tema «Las oportunidades de la edad. Mujeres Sabias» y yo envié una foto de mi abuela Fita que no ha recibido ningún premio pero que ha sido mi pequeño homenaje a la mujer extraordinaria que es mi abuela.
Mi abuela Fita, tiene 83 años, es la madre de mi madre, junto con hija formamos 4 generaciones de primogénitas en la familia, que no es moco de pavo.
Mi abuela vivió la Guerra Civil en el bando republicano porque su padrino era el director de la Banda de Música en Trujillo. Eso le supuso estudiar en una escuela pública, gratuita, mixta y laica hasta los 14 años. Al finalizar la Guerra su padrino fue condenado al extrañamiento y ella volvió a Don Benito con sus padres y hermanos.
Cuando conoció a mi abuelo, él volvía de luchar en Rusia con la División Azul, había sido prisionero de guerra por luchar con la República y se le ofreció esa opción para salir de la cárcel. No lo dudó, mejor luchar libre en Rusia que morir como un perro en una cárcel de Franco.
Se casaron y se fueron a vivir a Miajadas, que por aquel entonces estaba mucho más atrasado que Don Benito, por ejemplo no tenía agua corriente en las casas y mi abuela, con mi madre pequeñita tenía que bajar al río a lavar la ropa. Como mi madre era muy mala comedora, la daba la papilla en la puerta de casa viendo pasar los borricos, las gallinas… Como ella tenía estudios, ayudaba a mi abuelo a cobrar las igualas de los jornaleros y así sumar en la economía familiar de posguerra.
Años después, ya con dos hijos, a mi abuelo le dieron una portería en Madrid por ser mutilado de guerra (fue herido por un obús en Rusia y tenía metralla en las piernas). Sin dudarlo toda la familia se mudó a Vallehermoso y entre todos colaboraron cuidando la portería para que mi abuelo tuviera otros trabajos. En aquellos años el pluriempleo era una realidad.
Cuando mi abuelo entró a trabajar de Conserje en el Gimnasio Moscardó que pertenecía al Consejo Superior de Deportes, dejaron la portería y se mudaron a Prosperidad donde se compraron un pisito que pagaron en letras de unas 200 pesetas en 2 o 3 años. Entonces ya tenían 3 hijos, mi madre y mis dos tíos.
Mi abuela se puso a trabajar en el Gimnasio de Gobernanta y en unos años les dieron la vivienda allí mismo. Entre las piscinas, los gimnasios y las canchas transcurrieron los mejores momentos de mi infancia. Cada viernes me iba a dormir a casa de mis abuelos en el gimnasio y creedme si os digo que es el paraíso terrenal para una cría movida como yo.
Todos los viajes que hice de pequeña, al pueblo, a la playa, a Sevilla… los hice con mis abuelos. La mayoría de mis recuerdos más felices de la infancia están asociados con mi abuela Fita.
Cuando mi abuelo se jubiló a mi abuela aún le quedaban unos años de trabajo para jubilarse ella también, por lo que se quedaron en Madrid y su casa se convirtió en mi segunda casa. Allí comía a diario y pasaba la siesta viendo culebrones.
En los años 90 cuando nació mi hija yo vivía en Barcelona y mi madre trabajaba por lo que fueron mis abuelos, ya jubilados ambos, quienes se vinieron a mi casa a cuidarme, junto con mi tío Felix. Yo tenía una casa grande en Barcelona y allí pasamos meses hasta que nos dejaron medio encarriladas a mí y a mi hija. Volvieron varias veces, cuando yo estaba de exámenes para echarme una mano, no se qué hubiera hecho sin mi abuela.
Hace ya 8 años que mi abuela se quedó viuda después de más de 50 años queriendo, respetando y cuidando a mi abuelo Fito. Desde entonces es un ejemplo de cómo salir adelante siempre. Se ha adaptado a la soledad, compartida con su mierda de perrillo Gucci, una York Shire enana que se encarga de no dejarla en paz ni un momento. Viaja para pasar temporadas con cada uno de sus hijos, en invierno se va a Canarias, en verano a Murcia con su hermano, reparte el resto del tiempo entre Madrid y Don Benito, su residencia oficial. Y allí donde va lleva consigo su energía, su tremendo y arrollador carácter.
Mi abuela no es una abuela corriente, no es de piropo fácil, todo lo contrario, mi abuela quiere más de cada uno de nosotros y nos exprime, no escatima una crítica, en ocasiones sangrante porque cree que con eso nos ayuda a ser mejores. Tiene un sentido del humor ácido y es muy dada al sarcasmo y la ironía, cosa que yo adoro aunque reconzco que a veces me llega al hueso.
Mi abuela es un roble a cuya sombra hemos crecido todos, ella vertebra mi familia, es el eje en torno al que todos giramos y sin ella no seríamos los mismos.
Tu abuela es una gran mujer, tiene más energía que 25 de nosotros juntos y hace un tomate embotado que da gloria!!! Que podamos seguir disfrutándola muuuchos años más.
Ay Sel que mi madre es mucho pero el tomate embotado se lo hace su primo el que era agricultor y ahora está jubilado, pero por lo demás esa es mi madre, la que nunca me ha dado ni un elogio de más, que me pone a cien a veces porque es capaz de sacar punta a todo lo divino y humano pero es grande mi madre.
Ayss, mis abuelos también pasaron la Guerra Civil y de los cuatro, tres de ellos vivian en el Pais Vasco, asi que las pasaron canutas.
Como te podrás imaginar ninguno estaba del lado de Franco…