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El amor no mata

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Es un tema de perpetua actualidad la llamada violencia de género, desgraciadamente no es raro empezar el día con la noticia de que un animal ha asesinado a su mujer, esposa, madre de sus hijos, compañera, en definitiva, la mujer con la que compartía su vida.

Este es un fenómeno tan antiguo como el mundo al que el Gobierno del Partido Socialista intentó ponerle freno con la Ley de Violencia de Género.

Como jurista no estoy de acuerdo con una Ley que viola el principio de igualdad y el de presunción de inocencia, vitales en nuestro ordenamiento jurídico.

Viola el principio de igualdad porque si yo, que soy una mujer le doy un puñetazo a mi marido, cometo una falta, pero si él, que es un hombre, me da un puñetazo a mi, comente un delito.

Viola el principio de presunción de inocencia porque una vez que una mujer denuncia malos tratos, inmediatamente el hombre es detenido, recibe una orden de alejamiento, pierde el derecho a visitar a sus hijos… y esto, desgraciadamente, está siendo utilizado en los procesos de divorcio como forma de extorsión.

Dejado esto claro, entiendo que la Ley está hecha con la mejor de las intenciones, evitar que diariamente haya mujeres asesinadas por sus parejas, eso tan antiguo de la maté porque era mía.

Igual la solución no es la Ley sino que está más bien en la educación, en la cultura, en la igualdad efectiva de hombres y mujeres que ponga de manifiesto a nuestros niños que todos somos realmente iguales y que por tanto no hay ninguna razón para que los hombres tengan que protegernos, sean nuestros dueños, tutelen nuestras vidas, ni nada por el estilo.

Para mi desgracia he sufrido la violencia de género, entonces violencia doméstica dos veces en mi vida. En mi infancia con un padre alcoholizado que seguía a rajatabla el dicho de quien bien te quiere te hará llorar. En mi juventud cuando me separé del padre de mi hija y decidió zanjarlo con una paliza.

Durante mi infancia viví aterrorizada por esa figura masculina que entraba por la puerta de casa y te hacía encoger hasta volverte casi invisible. Aprendí a evaluar por sus gestos el grado de alcohol en sangre que hacía recomendable desaparecer. Pasaba noches en vela pendiente de si gritaba o pegaba a mi madre para salir en su defensa, pálida defensa de una mocosa de pocos años, pero efectiva. No podéis imaginar el alivio inmenso que supuso que mi madre lo sacara de nuestras vidas y cuánto se lo agradezco.

Cuando me separé, mi marido estaba inmerso en una espiral de alcohol, drogas, antidepresivos y locura que lo volvieron un bicho peligroso. Una noche, ya viviendo separados se presentó en un bar y me dio una paliza, a mí y al dueño del bar que no tenía nada que ver en la historia. Fue la última vez que un hombre me ha puesto la mano encima.

Desde entonces llevo férreas las riendas de mi vida, decido qué es lo que me conviene y con quién en todo momento y lugar. No consiento que nadie me diga qué tengo que hacer o qué me tengo que poner, con quién tengo que hablar y de qué.

En aquellos tiempos no existía la Ley de Violencia de Género, pero no nos hubiera servido para nada. Mi madre tenía tanto miedo que jamás hubiera denunciado a mi padre y cuando logró sacudirse el pavor, lo echó de casa y no hizo falta orden de alejamiento, solo su firme voluntad bastó. En mi caso, el animal de mi ex marido ya no formaba parte de mi vida, ya no vivíamos en la misma casa y estaba a punto de salir la sentencia de separación. Fue un ataque de ira para el que no hubiera valido tampoco una orden de alejamiento.

Lo fundamental fue NO SENTIRSE VICTIMAS, en el momento que mi madre dejó de pensar que no había solución, todo se solucionó, en el momento que yo planté cara al animal, él se arredró.

Porque el amor no mata, porque si te quiere no te hará llorar, porque no hay nada que justifique que te ponga la mano encima, porque ningún hombre merece una sola de tus lágrimas, di ¡NO A LA VIOLENCIA DE GENERO!

Acerca de martuniki

Progresista, celíaca, menopaúsica, "jarta" de la política actual.

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  1. ascensión cerrato astillero

    Pues me has hecho llorar,ahora mismo vuelvo la vista atrás y no me reconozco en aquella persona en la que me convertí por culpa de aquel animal, pero eso me ha hecho comprender que muchas veces las mujeres no denuncian porque andan aterrorizadas por muy preparadas que sean, que tengan familias que las arropen y todas esas bobadas que dicen muchas veces sobre por qué si la trata mal no se separa o no denuncia, pues porque no puede está anulada joder.

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  2. Querida compañera,
    En primer lugar y aunque forme parte de un pasado valientemente superado, toda mi solidaridad para contigo por haber sufrido el maltrato de género en tu vida, como hija y como pareja.
    Pero no estoy de acuerdo con el análisis que haces de la supuesta discriminación de la ley sobre un posible maltrato a los hombres. Por eso me gustaría intercambiar contigo mi punto de vista, aunque se que de ésto, profesionalmente sabrás más que yo, pero aún así me atrevo a expresarme en este tu espacio.
    En primer lugar la ley es de Medidas de Protección contra la Violencia de género, es decir es una ley garantista, no sancionadora, para eso ya está el código civil, el penal etc.
    Y nace para proteger a las victimas, o sea las mujeres, de la violencia de género, un hombre difícilmente podrá ser objeto de esta violencia ya que es definida como «la violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión»
    Si una mujer le da un puñetazo a un hombre es seguro que no lo hará dentro de esa definición, lo hará por ira, descontrol, o autodefensa y tendrá que someterse a la justicia por ello, pero nunca ejercerá sobre él, violencia de género, por definición.
    No sé si me explico, espero haber aportado algo a este blog tuyo tan completo.
    Un abrazo!

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  3. PacoLopezH

    Se me queda corto el 100% para mostrar lo de acuerdo que estoy contigo. Un abrazo muy fuerte, valiente.

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  4. Amadeo Gallego

    Antes de nada, enhorabuena por haber tenido la entereza y la valentía (común a la de tu madre, a quien felicito también) de salir de semejante situación.
    Y después, discrepar en tus reservas a la ley de violencia de género, con argumentos no tan bien expuestos como los de Cristina, a los que me adhiero 100%.
    No aplica el criterio de igualdad, porque de facto, no existe tal, ya que, habitualmente (y desgraciadamente), existe una supuesta dependencia, por diferentes circunstancias, que anulan la supuesta equidad. Y aplica algo, para mí más importante que la presunción de inocencia (sobre todo porque, como explica Cristina, se trata de una ley garantista y no sancionadora), que es la protección del más débil. Para impartir justicia, ya están los jueces.

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  5. En el sur decimos cuando conocemos a alguien como tú, que tienes un par de cojones. No he tenido que leerte para saberlo. Esto sólo confirma algo que se sabe. Es un honor ser un cíberamigo, Martu. Cabeza alta, eso es lo que transmite.

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  6. En primer lugar, completamente de acuerdo contigo Martu, eso de la Ley especialmente, porque aunque en muy baja medida si que se da la violencia de una mujer hacia un hombre, yo lo he visto, y luego también existen las falsas denuncias, pero lastimosamente cuando de verdad existe la violencia las mujeres nos sentimos tan sumisas, tan impotentes que no somos capaces de denunciar al hombre que supueestamente amamos, o quizá por el qué dirán de la gente que nos rodea, personalemnte te felicito que hayas podido salir de eso, me alegro porque yo también he sufrido con mi padre igual o mas que tú y desafortunadamente mi madre jamás fue capaz de poner freno a eso, al contrario cuando mi padre murió parecía que eso le hacía falta, lloraba tanto por la muerte de mi padre que hasta en el lecho de muerte maltrató a mi madre y a los tres años murió ella también yo creo que de pena, pero ese comportamiento de mi madre me ha hecho ser fuerte a mi, cosa que a mis hermanas solo les ha servido para saber la equivocada lección de que eres propiedad de tu marido aunque te pegue aunque te mate, en nuestro país recien se está planteando una defensa de este tipo, pero la misma cultura nos ha enseñado eso, a ser sumisas a servir al marido como si fueramos criadas o propiedad de ellos.

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