Parece que hace calor

Hoy me han abandonado las musas, no se me ocurre nada de lo que escribir y he recordado lo que se hace cuando se encuentra uno con un vecino en el ascensor: hablar del tiempo.

Qué ridículo es que no sepamos estar en silencio. Al ser humano moderno le aterra el silencio y lo rompe con cualquier vanal excusa como hablar del tiempo.

Por eso en lugar de estar callada me decido a hablar del tiempo, del calor inhumano que hace en Madrid estos días y que por lo que veo en el telediario, es generalizado en España entera.

Junio y con una ola de calor de las que más duelen, de las que no solo hace calor extremo de día, por encima de 35º, sino que vienen acompañadas con noches tropicales, en las que no baja la temperatura de 25º.

Cuando hace tanto calor de noche no se puede dormir y entonces me acuerdo de mi infancia, de mi madre sacando el colchón a la terraza por si así cogía alguna pizca de brisa fresca, de sudar y dar vueltas en la cama y acabar tirándote al suelo que también estaba ardiendo.

Recuerdo mi gata Fara, una persa de pelo larguísimo desaparecida detrás del bidé, en un rincón de una habitación, buscando cualquier frescor que la aliviara.

Llevábamos unos años que nos parecía que ya no hacía calor como antes. Años de veranos suaves en los que la ola de calor era un hecho puntual en algún momento estival, sobre todo del mes de julio, que pasaba dejándonos titulares en periódicos y telediarios.

Pero este año parece que la cosa viene fuerte, no ha hecho más que empezar el verano y casi hemos batido el récord del mes de junio.

Es verdad que ahora no es lo mismo. Tenemos potentes aires acondicionados que hacen de nuestros hogares y oficinas lugares en los que apetece estar. También hay que recordar a qué precio. Gasto energético desatado y dependencia de las centrales nucleares. Pero ay, ¿quién renuncia hoy al confort por el medio ambiente? Ya os lo digo yo, nadie.

En fin, que hace mucho calor y no apetece nada, hacer nada y aún me queda un mes para irme de vacaciones…