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Amigos, compañeros, conocidos y otra cosa.

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Los que militamos en un partido político nos relacionamos con mucha gente, más de la que es habitual en el normal transcurrir del día a día del común de los mortales y entre ellos es muy importante distinguir en calidad de qué les hablamos y nos hablan.

Por fortuna, en el Partido uno puede tener amigos, amigos del alma, hermanos, Compañeros con mayúsculas que te quieren y a los que quieres, que te cuidan y a los que cuidas, en los que puedes confiar y no dudan en depositar en ti sus secretos. Aunque amen de ser sincera, son los menos. Un amigo, en el Partido y en la vida, requiere mucho tiempo y esfuerzo y no hay tanta gente dispuesta a este sacrificio.

Podemos decir que en el Partido todos somos compañeros, por lo menos en el segundo sentido que la RAE le da a la palabra compañero: “Cada uno de los individuos de que se compone un cuerpo o una comunidad, como un cabildo, un colegio, etc.” Aunque para mí, la palabra compañero tiene otras connotaciones sentimentales de orgullo compartido, de pertenencia, de lucha, de compromiso, de valentía… que no puedo aplicar sin hacer alguna excepción.

Luego están los conocidos, compañeros de partido que sin ser amigos, conoces personalmente y si es menester te tomas unas cañas. No les confiarías tus más íntimos secretos pero comparten contigo inquietudes políticas y sociales e incluso de otro tipo que nada tienen que ver con la política. Es gente bien dispuesta que no duda en echar una mano cuando hace falta y por los que tú tampoco dudas en remar.

Para terminar, en este improvisado y partidario escalonamiento de la masa heterogénea con la que me relaciono están los que son otra cosa. En general son hipócritas, interesados y cobardes, muy, muy cobardes. Este espécimen pasa por ser amigo, confidente, colaborador necesario de cualquier plan que propongas. Está por ahí, cerca, haciéndose notar para que parezca lo que no es. Para que tengas la impresión de que se preocupa por tus cosas y que si le necesitas puedes contar con él. Pero llegada la hora de la verdad no hay nadie que acuda cuando silbas –me encanta la escena en la que en Tener y no Tener, Lauren Bacall inmensa le dice a un Bogart entregado: «No tienes que representar ningún papel conmigo, Steve. No tienes que decir nada ni hacer nada. Sólo silba. ¿Sabes silbar, no? Juntas los labios y soplas»

Lo bueno es que estas actuaciones no pasan desapercibidas para el conjunto y por tanto estos profesionales de la impostura acaban siendo el hazme reír de la organización. Todos saben de sus mañas y trucos de opereta de cuarta y salvo algún incauto ya nadie cae en sus garras.

Cuando era más joven estas cosas me dolían muchísimo pero con los años y la coraza que te aportan anteriores decepciones ahora solo me dejan un ligero regusto amargo en el paladar. Como estoy tan pagada de mí misma acabo pensando “más pierdes tú, que yo” y sigo con mi vida que en general considero razonablemente feliz.

Acerca de martuniki

Progresista, celíaca, menopaúsica, "jarta" de la política actual.

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  1. Maida Alvarez

    Amigos, aunque estos puedan coincidir (en mi caso coinciden), con ser compañeros del partido al que uno pertence, tenemos, al menos yo, pocos. A esos «amigos del alma, hermanos, Compañeros con mayúsculas» nunca les tendremos que decir “más pierdes tú, que yo” al resto tampoco porque nada se pierde ni pierden dado que nada había.
    A los compañeros los elije el partido (o viceversa), a los amigos nosotros, si un compañero te falla no pasa nada si un amigo lo hace es que no lo es y entonces si que viene a cuento tu despedida «mas pierdes tu, que yo».

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  2. Te refieres al partido, Martu, pero se puede extrapolar a cualquier otra agrupación. Realmente amigos, lo que es amigos en su mas sana acepción, pocos, muy pocos. Resulta demasiado facil confundir conocido con amigo; bien procuro no caer en ese error. Ya sabes lo que dice el nuevo refranero español: eres mas falso que un amigo del feisbuk.

    Al «más pierdes tú que yo», le añadiría para todos esos que sacan «provecho» mendaz de buenas intenciones de otros la maldición alcarreña de mis mayores: Que lo que hayas sacado lo tengas que gastar en laxantes y no obres en tres meses. :-))

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    • Escolastico borge

      Maldición de mi abuelo:
      «Te de Dios un dolor de huevos que cuanto mas corras mas te duelan. Y si paras… te revienten!!!» (es que era de Tierra de Campos y cuando dios repartió la finura le pilló… en sus cosas)

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  3. Escolastico borge

    Cuando dios expulsó a Caín… se vino a vivir a España. País de cainitas donde lo mejor que se le desea al que triunfa es que se de la ostia cuanto antes y cuanto mas gorda mejor.

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