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Lágrimas

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«Es mi vida, no quiero cambiar, los chicos no lloran tienen que pelear» Cantaba Miguel Bosé hace algunos años criticando líricamente algo con lo que nos hemos criado los españoles hasta hace muy poco, llorar no es propio de hombres. Se lo decían a mis primos cuando éramos pequeños: llorar es de niñas. Se gritaba en el patio del colegio «mariquita» cuando algún chaval lloraba. España era un país de machotes. Lo cantaba Raphael maravillosamente en «Los Hombres lloran también»:

Y aunque sea cobardía
Cuando se ha querido bien
Se diga lo que se diga
Los hombres lloran también

Con la «liberación de la mujer», con su incorporación al mundo del trabajo, con el reparto de roles, con tantas cosas que nos ha traído la democracia, la cultura y muchos años de buenos gobiernos socialistas, creíamos que estos comportamientos habían sido desterrados pero…

El señor -por decir algo- Carlos Herrera en su infame programa de radio mañanera llamó «Nancys lloronas» a Rubalcaba y Patxi López por llorar de alegría, de alivio y también de pena, una pena profunda por los caídos por la sinrazón terrorista en los días posteriores al anuncio de cese e la violencia por parte de ETA.

Ese señor -insisto que es por llamarle de alguna forma- Herrera al que tanto se le llena la boca con su defensa de las víctimas olvida que los socialistas también hemos sido víctimas de la locura de ETA. Que alguno como Eduardo Medina, lleva en su cuerpo la marca imborrable del terrorismo.

Los socialistas hemos enterrado tantos buenos compañeros como el que más, pero es que además hemos tenido la responsabilidad del Gobierno durante los años más sangrientos de la banda. Nuestros dirigentes acudían casi a diario a entierros y funerales, miraban a la cara a los que la muerte dejaba atrás, viudas, huérfanos, padres que daban sepultura a sus hijos en una cruel antinatura.

Me viene a la cabeza la infinita crueldad de Arturo Pérez Reverte el día que Moratinos dejó el Ministerio de Asuntos Exteriores y lloró emocionado al despedirse. Reverte, otro ser tan vil que no distinguiría una buena persona aunque se la pusiéramos delante de sus sucios ojos. Como ya escribí sobre ello aquí me remito a lo dicho.

Quiero reivindicar aquí la dignidad de unas lágrimas, me da igual si masculinas o femeninas, me da igual si de dicha o de quebranto, me da igual sin son de un niño o de un adulto, las lágrimas están investidas de una verdad insuperable.

No me fío de la gente que no llora, esos que son capaces de permanecer impasibles ante el dolor ajeno, que no se conmueven con el sufrimiento de los otros, cercanos o lejanos, que son incapaces de empatizar con el que tienen enfrente y se mantienen serenos cuando el resto se derrumba, no me fío.

No hay nada heroico en no llorar cuando una mano de hierro te aprieta el corazón o la razón. No hay nada noble en aguantar el llanto si te duele el alma. No hay razones que puedan vencer a las emociones.

He llorado mucho en mi vida, pero he reído mucho más. He llorado por mí y por los míos. He llorado también por los ajenos. He llorado por los que están y por los que se han ido. He llorado por lo que fue, por lo que es y por lo que pudo ser. He llorado de pena, de rabia, de emoción, de alegría, de miedo, de risa, de espanto. He llorado y lloro y doy gracias por tener aún la capacidad de llorar.

No hay nada reprobable en las lágrimas de Patxi o de Rubalcaba. Gracias compañeros, no estáis solos, somos millones los que unimos nuestras lágrimas a las vuestras. Somos millones los que tornaremos en votos cada lágrima. Somos más y somos mejores, no os quepa ninguna duda.

PD Mi colaboración semanal en DIARIO PROGRESISTA: Ataque de Presidencialitis

Acerca de martuniki

Progresista, celíaca, menopaúsica, "jarta" de la política actual.

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  1. De alguna manera las lágrimas siempre están relacionadas con el amor. Sean de rabia, de dolor, de emoción, de felicidad o de tristeza, al final siempre lloramos por los que amamos y ya no están, por que alguien amado nos han hecho daño, también por que nos contagiamos de la felicidad de la gente amada, por un amor que terminó…

    Ya lo dice el refrán, quien no llora, no ama.

    Responder
    • Maida Alvarez

      el refran no dice eso, al menos el que yo conozco dice: «el que no llora no mama», que no es lo mismo. No siempre las lagrimas estan relacionadas con el amor aunque si lo esten siempre con el sentimiento…

      Responder
  2. Sobre lo de Carlos Herrera solo diré que nosotros estuvimos aquí ¿él dónde estuvo? en Miami.

    Fernando Buesa estuvo aquí, Enrique Casas estuvo aquí, Juan Mari Jauregui estuvo aquí, Gorka Landaburu estuvo aquí, Eduardo Madina estuvo aquí. Isaias Carrasco estuvo aquí, murió aquí, fue enterrado aquí y los compañeros socialistas vascos seguiremos aquí, recordando a cada uno de los muertos, para que nunca más pase. Nosotros estuvimos aquí. Patxi lo dijo muy bien: «Podremos decir. Yo fui un socialistas vasco».

    Les recordamos y les lloramos. Lo que sobra en este país son comentarios como los que hizo Carlos Herrera.

    Agur eta ohore! Kide sozialistak beti gogoan!

    Adios y honor! Los compañeros socialistas siempre presentes!

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  3. Juan Colmenero

    Este es el comentario que hice en mi muro hace dos días sobre el asesinato de ERNEST LLUCH:
    El 21 del mes que viene se cumplen 12 años de su asesinato. Esa mañana, cuando al despertar, como tengo costumbre, puse la radio lo primero que oí fue la noticia de su asesinato. No me avergüenza el reconocer que lloré. Era una persona honesta y de los primeros en luchar por la paz en su tierra, en España.
    Era un SOCIALISTA, de esos a los que el tontoelhaba de Pons llama idiotas, del que nos sentimos muy orgullosos sus compañeros.

    Responder
  4. la unica razón ke veo para no llorar es la de mantener la calma para ke no cunda el pánico… O la histeria… Pero sólo sería retrasar el momento de desahogarte…
    Aúnke quiero hacer otro matiz… Hay algo peor ke no llorar ke son las lágrimas falsas…

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  5. David de Cima

    No voy a decir nada más del Sr. Herrera por sus palabras estúpidas de machito valentón. Yo lloro si me da la gana y cuando me da la gana. Solo se le puede decir que cuando alguien escupe hacia arriba, es más que seguro que el escupitajo le caiga en la cara. Él llorará seguro alguna vez… y entonces no tendrá otro remedio que acordarse de lo dicho en su programa y avergonzarse.
    Y que conste que el día del comunicado de ETA yo también me emocioné y solté (porque no, no se me escaparon) unas cuantas lágrimas. Y contento que estoy por ello…

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