Dice un amigo muy querido que solo conoce tres razones para estar en política: el dinero, el poder y la gloria. Y confiesa que él entró y sigue en política por la Gloria, con mayúsculas.
Los hay como Zaplana que entran en política para forrarse y no tienen ningún pudor en reconocerlo públicamente porque su desvergüenza solo es equiparable a su moreno rayos UVA. Estos son para mí la peor de las categorías. Nada les importa el bien común y solo les mueve conseguir dinero a costa del contribuyente.
También hay quien entra en política porque ambiciona ser poderoso, controlarlo todo, decidir quién sube y quién baja, a quién le va a ir bien y a quién mal. Les pone tener chófer, que les hagan la pelota, que su palabra sea Ley. Estos son peligrosos únicamente cuando su ambición de poder les oculta el fin del servicio público. Puede haber buenos políticos en la gestión y que además ambicionen poder, el corazón del hombre es un misterio insondable.
Luego está un tercer tipo que serían los que están en política por la gloria. Esos quieren hacer las cosas bien para que su nombre pase a la posteridad. Que se les recuerde como grandes, alcaldes, ministros, presidentes… Y para mí son los de la mejor especie porque aunque quieren alimentar su ego, lo hacen a través de hacer lo mejor para sus conciudadanos. Estos dan lo mejor de si mismos.
La política da muchas cosas a quien la ejerce, pero también les quita. No hay duda de que un político tiene un buen sueldo que le permite vivir cómodamente y a algunos del PP hasta hacerse ricos como Dolores Cospedal.
Pero tampoco podemos negar que un político no tiene horario, no tiene fines de semana ni un mes de vacaciones en verano. Un político no tiene vida privada, intimidad. Todo el mundo está pendiente de si entra y si sale, con quién lo hace y a qué horas. Se analiza cada gesto, cada palabra y se buscan ocultos significados.
Si eres un alto cargo, lo mismo de un Gobierno que de un Partido, llega un punto que ni siquiera tienes amigos, o se cuentan con los dedos de una mano porque ya no sabes quién se acerca a ti sinceramente y quién lo hace por interés. No puedes fiarte de casi nadie. Oyes una cosa y la contraria de bocas que se suponen amigas y no sabes con qué quedarte. Quizás solo en la hora del ocaso de un político, cuando su estrella se apaga puede mirar alrededor y ver a sus leales, serán pocos, pero serán los mejores. Aquellos que estaban a su lado por algo más que el brillo cegador que emana el poder, aquellos que sentían un afecto sincero, una admiración comedida y una cariñosa ternura hacia sus defectos.
A mi que tanto me gusta la política, si me preguntan por cuál de las tres razones entraría a formar parte de esta loca carrera tengo claro que no sería el dinero, siempre hemos tenido poco y nos ha preocupado menos.
Aunque el poder es muy goloso y va intrínseco con el cargo, tampoco sería la razón fundamental de que diera el paso.
Lo que más me empujaría a levantarme cada mañana y seguir aunque arrecien los golpes es saber que gracias a tu trabajo, alguien vive mejor. Que en alguna parte, tu decisión ha contribuido a que una familia tenga un hogar, unos hijos educación, unos ancianos atención, un trabajador derechos… Si esto es la Gloria, me pasa como a mi amigo, me quedo con ella como razón para renunciar a otras muchas cosas.
Saludos. Usted dice «Lo que más me empujaría a levantarme cada mañana y seguir aunque arrecien los golpes es saber que gracias a tu trabajo, alguien vive mejor». En caso de que no sea así, ¿usted reflexiona qué hace en política? No es ninguna crítica, es una pregunta.
Por otro estoy seguro de que está en la política para representar los intereses de los españoles y para buscar el bien común.
Gracias. Un saludo.
Joan
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