Durante la pasada campaña electoral, los socialistas de Madrid sufrimos algunos ataques por parte del ala ultra de la derecha madrileña. Apedrearon una caravana electoral, rompieron la puerta de una sede en la que había compañeros trabajando…
Tomás Gómez en el Pleno de la Asamblea de Madrid recriminó a Esperanza Aguirre los insultos y falta de respeto hacia la oposición, no solo por su parte sino por parte de la bancada popular que grita, insulta y no duda en amenazar mientras interviene nuestro Portavoz o cualquiera de nuestros Diputados Autonómicos, que luego se convertían en violencia en la calle.
El nivel de crispación, lejos de bajar con la victoria de Mariano Rajoy y la llegada de los populares a la Moncloa, en Madrid se ha incrementado.
Esperanza está sola, aislada en su propio partido. Ha visto como ascendían a los altares del Gobierno aquellos a los que ella maltrataba cuando estaban bajo su manto. Sobre todo su archi enemigo Gallardón convertido en Ministro de Justicia para escarnio de la Condesa de Murillo.
Ya no tiene Gobierno de Zapatero al que acusar de todos los problemas que su incompetente gestión de lo público genera a los madrileños.
Ya no puede escudarse en la supuesta discriminación que sufría Madrid frente a otros territorios de España por las aviesas intenciones de los socialistas.
Ahora quedan al descubierto sus vergüenzas: los hospitales en manos de las constructoras, las escuelas infantiles subastadas a empresas de limpieza, el transporte público más caro, los docentes en huelga desde hace meses, los médicos en pie de guerra, los funcionarios tratados como delincuentes…
Y cuál es la solución para esta derecha rancia de Madrid: la violencia verbal, la falta de respeto por todo y por todos, la chabacanería, el populismo, la demagogia y el señalar con el dedo acusador la siguiente víctima de sus hordas mediáticas, los compañeros de Parla pueden hablar largo y tendido sobre ello.
El problema es que quién siembra recoge y este clima de crispación está traduciéndose en muy mal ambiente en la calle, en conatos de violencia, en insultos y amenazas…
Pongamos un poco de cordura entre todos, exijamos a las personas con responsabilidad institucional un plus de sensatez, recuperemos el espíritu democrático de los años ochenta y hagamos de la confrontación política algo construtivo para los ciudadanos. Hagámoslo antes de que tengamos que lamentar una desgracia.
Algun dia diras alguna «verdad»?
Buen artículo Martu, te felicito y viene muy bien el refrán «aquellos polvos trajeron estos lodos».
Debo de vivir en algún Madrid de otro planeta porque cualquier parecido de su artículo con la realidad es pura coincidencia.