A raíz del accidente sufrido por el Rey de España en una cacería en Sudáfrica se ha desatado el debate sobre la institución monárquica en nuestro país, las obligaciones del regente y si es el momento de abdicar en su hijo o no.
Ya he dicho en muchas ocasiones que soy republicana. Tengo ciertas simpatías por el Rey de España, sobre todo por su papel en la Transición y en el Golpe de Estado que Tejero intentó el 23 de febrero del 81 pero eso no me hace idealizarlo.
La Casa Real española recibe una asignación de los Presupuestos Generales del Estado, es decir, de lo pagado con nuestros impuestos por todos los españoles de 8,26 millones de Euros en este año 2012 –un 2% menos que en años anteriores-mientras que la Sanidad y la Educación pública, la de todos nosotros, está sufriendo brutales recortes.
A los que hablan del gran papel de la corona en la representación de España, a los que me cuentan la milonga de que el Rey es un gran Jefe de Estado y que es mejor eso que tener un representante electo como sucedería en una república, solo puedo contestarles que con lo que cobran ya pueden ser buenos, no, buenísimos.
A los que dicen que el rey se ha pagado el viajecito de marras a cazar elefantes con su dinero privado yo les pregunto ¿qué dinero privado? El Rey no tiene más oficio que ser Rey, las 24 horas del día, ni más ingresos que lo que le damos todos los españoles en su asignación anual, luego no hay tales fondos privados.
Si no fuera por esos dineros que tan generosamente le da el Gobierno a la Casa Real, el Príncipe no se podría haber construido una chabola de 6.000 m2. Si amiguitos, para cuatro que son en casa ahora, contando a Leticia y las niñas, 6.000 m2.
Si no fuera por la asignación de más de ocho mil euros que reciben los Borbones, Leticia no se podría haber operado la nariz, ni aprendido a esquiar. Ni veranearían todos ellos dándose alegres chapuzones en un pedazo de yate, cuyo nombre Bribón, tiene su aquel.
A cambio de vivir en Palacios, veranear en yates, llevar los niños a coles privados, esquiar, viajar por todo el mundo alojándose en los mejores hoteles, es decir, pegarse una vida a cuerpo de rey, los miembros de la Casa Real no pueden hacer lo que les salga de sus reales pelotas.
Si tuviéramos un Jefe del Estado, Presidente de la República, por ejemplo, elegido cada x años por los ciudadanos, sus actos serían escrutados y fiscalizados por la opinión pública y en caso de no ser los más adecuados, en la siguiente cita electoral, elegiríamos a otro, como hacen, por ejemplo, en Francia.
Pero un Rey no es responsable legal de sus actos, no es políticamente elegible ni cesable y por tanto nos tenemos que comer con patatas todos los paganinis que se divorcien, que sean imputados por robar a espuertas de la Hacienda Pública, que tengan amantes, que se den escapaditas a cazar elefantes y cuantas barbaridades se les antojen a sus reales majestades.
Decía ayer Tomás Gómez y decía bien, que si el Rey no está por la labor de comportarse como su cargo requiere debe abdicar y así tendrá todo el tiempo del mundo para disfrutar de sus excéntricas y deleznables aficiones como la de cazar elefantes.
Digo yo más, ha llegado la hora de plantearnos en España si queremos seguir manteniendo una figura tan anacrónica como es la monarquía, campechana o no, o nos planteamos instaurar una República con Jefatura del Estado o no, que hay que ahorrar y el Presidente del Gobierno puede también representar al Estado, como es el caso de los Estados Unidos de América.
El problema que vivimos actualmente con el juancarlismo es de obsolescencia. El juancarlismo fue una maniobra política muy beneficiosa para la España de los años 70, pues:
-Evitó que a la muerte de Franco nos enredáramos otra vez en la dinámica de guerras, revueltas, exilios y similares con la que nos perdimos el siglo XIX y parte del XX.
-Contribuyó a sacarnos del problema del aislamiento internacional (en el que hizo mucho para meternos un antepasado de Juan Carlos, Fernando VII). Pasamos de ser unos parias internacionales a miembros de la CEE-UE, la OTAN y similares.
Ahora bien: el vídeo de cintas Betamax, o el ordenador de pantalla de fósforo verde también fueron muy útiles para la sociedad de esos años. Esas tecnologías tuvieron su periodo de vigencia, pero a la larga quedaron superadas por otras. El DVD y el TFT no son tecnologías perfectas, y algún día también pasarán de moda, pero de momento son mucho más útiles que sus predecesoras.
Sin dejar de reconocer los méritos pasados a la actual monarquía, hay que tener claro que su periodo de vigencia técnica ha pasado. Ha servido para solucionar problemas de los años 70, para los que se concibió, y demasiada suerte es que haya podido sobrevivir a la década del 90. Ahora necesitamos una nueva maniobra (llámese abdicación, llámese República) que nos permita tener un nuevo periodo de estabilidad de aquí a la década del 2030.
Continuar con el juancarlismo más de 2 o 3 meses es un suicidio nacional. El sr. Gómez en Madrid y el sr. López en Euskadi han sido los primeros representantes de un partido político de los «grandes» en desmarcarse de una vez de la adulación tercermundista que mostraba el establishment político y cultural de la nación hacia el rey y su camarilla, y eso les honra. Si el hipotético Felipe VI se siente capacitado para salvar lo que queda de la institución monárquica, que tome las riendas de una vez. Ya tiene edad de sobra. Y si no se siente capacitado, que deje paso a un nuevo régimen político para España.
Abdicación: supone algo de futuro.
República: supone algo más de futuro.
Juancarlismo: supone el pasado.
Ahora mismo España necesita cualquier cosa menos pasado.
Completamente de acuerdo con tu acertado post y aún más de acuerdo con el comment de Juan Pedro.
El mismo caballero que en su discurso de navidad coló estos tres párrafos
«[…]En este ámbito a mí me corresponde, como Jefe del Estado, animar a esas instancias a trabajar sumando voluntades, no restándolas; acercando posiciones, no distanciándolas; buscando avenencias, no rechazándolas. Animarles a trabajar con diálogo y altura de miras, con rigor y convicción.
Sé, sabemos todos, que el camino de la recuperación no será corto ni tampoco fácil, que exigirá sacrificios.
Por eso resulta tan importante que la sociedad en su conjunto asuma la trascendencia del momento y sepa responder a los desafíos de una situación tan difícil como la que vivimos con el necesario realismo, pero también con mucha generosidad, con mucha solidaridad hacia quienes por sus circunstancias económicas o familiares son más vulnerables.» (http://www.rtve.es/noticias/20111224/texto-integro-del-discurso-navidad-del-rey/484717.shtml)
no puede, moralmente no puede, marcharse del país a dar rienda suelta a sus delirios cinegéticos mientras el país se desangra. Y puede hacerlo aún menos sin contar con el conocimiento y la aprobación del gobierno en ejercicio, responsable jurídico último de todas sus acciones.
Si su idea de solidaridad, su idea de entender su parte del acuerdo, es dejarse 37000€ (o los que sean, que el viaje cuesta muchísimo más de lo que se paga por él) en una excursión por África, que no cuente conmigo para mi parte del trato.