Tal día como hoy 24 de abril, pero del año 1521 fueron decapitados en Villalar, Juan de Padilla, Francisco Maldonado y Juan Bravo. Los tres, líderes de la revuelta comunera habían cometido un delito de lesa majestad: rebelarse contra un rey, Carlos I mentiroso que había vendido a su pueblo en busca de un futuro mejor para él mismo y su sueño de un gran imperio.
En aquel abril de 1521, el rey tardo poco en perder la confianza de aquellos que le habían apoyado y la del pueblo que le veía con gran respeto gracias al buen trabajo de la regencia del Cardenal Cisneros por lo que hubo de convocar a las Cortes para intentar recibir el apoyo a sus planes imperialistas.
Con vistas a la votación en Cortes que habría de producirse en La Coruña, se redactó una declaración por parte de los “comuneros” que rezaba así: “Se debía rechazar cualquier nuevo servicio, convenía el rechazo al Imperio en favor de Castilla y en el caso de que el rey no tuviera en cuenta a sus súbditos, las Comunidades deberían defender los intereses del reino”. Como el rey tenía claro que perdería la votación suspendió las Cortes volviéndolas a convocar días después y así si consiguiendo el servicio y embarcando para Alemania.
Carlos I de España y V de Alemania, había prometido a las Cortes de Castilla que no otorgaría cargos públicos a extranjeros ni destinaría dinero de Castilla a otros territorios. Ambas promesas fueron incumplidas ya que sus campañas en Europa requerían financiación por lo que destinó 400.000 ducados a Fráncfort y mientras él partía hacia Alemania dejó como regente a un extranjero, Adriano de Utrecht.
Desde Toledo y ante el descontento generalizado, se propuso a todas las ciudades con voz y voto en las Cortes celebrar una reunión con cinco objetivos básicos:
- Anular el servicio votado en La Coruña.
- Volver al sistema de los encabezamientos para cobrar los impuestos.
- Reservar los cargos públicos y los beneficios eclesiásticos a los castellanos.
- Prohibir la salida de dinero del reino.
- Designar a un castellano para dirigir el reino en ausencia del rey.
Pese a que la figura de estos héroes comuneros ha sido históricamente controvertida según el color político del historiador que abordara su biografía, no puedo menos que sentirme cercana a aquellos que defendieron sus ideas, sus principios y valores, lo mejor para sus conciudadanos por encima de los intereses personales del poderoso, ya sea éste el rey, el Papa o el presidente.
Viendo el resultado de la revuelta Comunera, sus líderes decapitados y su revolución aplastada hay quien pensará que más les hubiera valido a Padilla, Maldonado y Bravo, decirle al Rey Carlos que si a todo, que era fantástico saquear Castilla para conquistar su Imperio, que podía sangrar a las gentes castellanas para costear su guerra en Europa, que estaba muy bien nombrar cargos extranjeros que ni hablaban castellano, ni comprendían la idiosincrasia de las gentes de aquí, habiendo buenos nobles dispuestos a realizar esa tarea…
Pero los que me leéis ya sabéis mi tendencia, casi suicida, a empatizar con los perdedores, con los que defienden causas nobles hasta la muerte, con los que dicen la verdad aunque les vaya la vida en mentir, con los que piensan que el fin no justifica los medios, con los que dicen una cosa y la hacen aun a riesgo de perder.
Los que me seguís ya sabréis que hoy me siento orgullosa de los héroes castellanos a los que recuerdo con admiración cada vez que paseo por las calles que los madrileños les tenemos dedicadas en pleno barrio de Salamanca, Juan Bravo, Padilla, Maldonado, calles nobles para hijos nobles de aquella Castilla, germen de esta España.
Me vienen a la memoria las palabras dedicadas a otro héroe al que ya he reivindicado aquí hace unas semanas, el Cid: ¡Qué buen vasallo, si hubiera buen Señor!
En 1.931, cuando la Segunda República Española eligió su bandera, sustituyó el color de la tercera franja de la existente por el morado que la leyenda atribuía al pendón de los Comuneros de Castilla.
Otro intento más del pueblo español de sobreponer la rasón a la opresión y a la injusticia, que fue de también abortado por la fuerza. Triste historia la de este país que encuentra en la naturaleza de sus poderosos el mayor escollo para el avance común. Así tambén hoy.
Es por eso que quienes como tú siguen rebelándose cada día y ante cada injusticia, quienes pelean a pesar de las consecuencias, quienes no se resignan, sois semilla imprescindible y la base de la esperanza cierta de que algún día, sí, algún día… ¡venceremos!.