Hoy ha fallecido José Luis Sampedro, una de las mentes más preclaras de los últimos 1000 años que dijo hace poco “Hay dos tipos de economistas: los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos para hacer menos pobres a los pobres”. Defensor incansable de la clase trabajadora, de la libertad, de la democracia, de los más desfavorecidos y de los principios y valores de la izquierda. Hoy todos los progresistas, los humanistas, nos sentimos un poco huérfanos por la pérdida de un referente, pero para mí, tenía además una historia añadida que hace que sienta una tristeza infinita.
Mi santo y yo, mi famoso santo, debería decir y yo, nos llevamos 17 años de diferencia. No lo parece porque a ambos da gloria vernos, pero esa es la realidad de nuestras partidas de nacimiento. Al principio, ese era un tema que le preocupaba, sobre todo a él y a la mayoría de los que nos conocen, he de confesaros que no a mí, ni la mente ni el corazón tienen edad.
Para hacer menos solemne el asunto de envejecer juntos y en tan dispares fechas, empezamos a especular con lo que haríamos cuando fuéramos mayores, él mucho más que yo y la broma siempre era que le compraría la mantita de cuadros más bonita y suave de la tienda, que le contraría una enfermera pechugona, ese sí, a cambio de tener yo un fornido profesor de tenis… tontunas así.
Un día vimos en la televisión, bajar de un avión a Sofía Loren, tan espléndida ella a cualquier edad y de su brazo, a su marido Carlo Ponti, un anciano frágil y vulnerable pero firmemente asido a ella y yo exclamé: “así seremos tu y yo amor, iremos juntos a todas partes y yo seré una jamona y tu un apuesto anciano” ya os digo que gracia, a mi santo, no le hizo ni pizca, pero yo lo decía de corazón, con envidia. Ponti tenía 95 años cuando murió y Sofia, sólo 67, pero conformaban una pareja que siempre evoco como una aspiración de futuro, juntos y queriéndose hasta el último día.
Después descubrimos a Vicente Ferrer, de cuya Fundación somos parte, tenemos apadrinada una niña de Anantapur (India), que junto a su mujer Anna realizan una labor encomiable en una de las zonas más desfavorecidas del mundo y con uno de los grupos humanos más pobres de entre los pobres, la casta de los Dálits o intocables. Al verlos unidos, pese a los 27 años de diferencia, trabajando mano a mano en un proyecto formidable, se convirtieron en otra de mis parejas de culto. Cuando Vicente murió tenía 89 años y su mujer Anna 62, pero habían trabajado juntos en un sueño hasta el final y solo por eso se quedaron clavados en mi memoria.
Finalmente, en una maravillosa entrevista de televisión, conocimos a José Luis Sampedro y su mujer Olga Lucas. Él un hijo del régimen que descubre tardíamente que lo que le inculcaron no era lo que decían, no en vano afirmaba: “En abril de 1939 comprendí que no habían ganado los míos. Ni los unos ni los otros eran los míos”. Ella hija de exiliados de la Guerra Civil española, sus padres conocieron el horror de los campos de refugiados en Francia. Entre ambos 30 años de diferencia física, ninguno de diferencia intelectual, ellos luchaban por la misma causa, miraban con los mismos ojos indignados, soñaban con el mismo corazón valiente. Y ahora que él ha muerto, con 96 años, que parecen pocos, Olga se queda aquí, con sus 65.
Y entonces yo me pregunto, ¿cómo se hace para empezar otra vida en la frontera de los sesenta y algunos años, después de haber compartido la tuya con un hombre excepcional y un amor inmenso? Por eso hoy, más allá del intelectual, del hombre de letras, del referente, yo pienso en su mujer, en lo corta que es la vida por larga que esta sea y me acuerdo de Sofía y de Anna y me quedo con mi tristeza infinita.
Muy bonito. Os deseo a ti y a tu santo, larga vida y prosperidad.
Te excluyo de lo que voy a comentar, porque no me gusta generalizar con nadie. En mi opinión estas parejas de tanta diferencia de edad surgen, cuando él busca una madre o ella un padre que les acompañen. No creo les gustase unirse una persona de su misma edad o un poco más joven.
Ayer murió Sara Montiel y la Thatcher. Televisión, radio, decenas de páginas en los periódicos… Hoy me entero de que en la noche del domingo también se fue JOSE LUIS SAMPEDRO, y lo hizo de la manera sencilla y discreta como la que vivió.
Manifestó, no hace mucho, que le gustaría que en su tumba, como epitafio figurará «Que ustedes lo pasen bien». Que pedazo de hombre, sensible y comprometido con los demás. ¡Menudo ejemplo!. Descanse en paz.
Por tu sensibilidad y compromiso tambien te deso a ti y a tu santo larga vida, salud y suerte.
Impresionante persona y articulo.