En las elecciones autonómicas celebradas el 25 de mayo de 2003, tras 8 largos años de gobierno de ese gran impostor, Alberto Ruíz Gallardón, el socialista Rafael Simancas obtenía 1.225.390 votos, lo que suponían 47 escaños, que sumados a los 9 de Izquierda Unida, permitían arrebatar la Presidencia al Partido Popular, en ese momento encabezado por Esperanza Aguirre, que obtuvo 55 escaños.
Pero el 10 de junio sucedió algo inimaginable en nuestra democracia que cambió el curso de la historia, no solo de la Comunidad de Madrid y del socialismo madrileño, sino de los dos grandes partidos políticos de este país.
De los problemas del PP con Esperanza Aguirre convertida en lideresa y Alberto Ruiz Gallardón lloroso reconociendo que en política algunas veces se pierde y él había perdido, para renacer cual Ave Fénix reconvertido en Ministro Torquemada de Justicia, no me voy a molestar en hablar que esos son problemas del enemigo y allá se las compongan como puedan o les dejen las múltiples causas judiciales abiertas.
Lo que a mi me duele, diez años después, como una herida vieja que se resiste a cicatrizar es la pérdida del Gobierno de la Comunidad de Madrid por la traición de dos diputados, Tamayo y Saez, socialistas pertenecientes al grupo de los Balbases, antes turbo renovadores, antes renovadores por la base, antes renovadores a secas y siempre una banda de interesados que ni sienten ni comprenden lo que significa ser socialista.
Estos renovadores no los inventamos en la entonces Federación Socialista Madrileña, aunque aquí proliferaron como las malas yerbas amparándose en la belicosidad que siempre ha caracterizado esta Federación, tan cerca de Ferraz y tan lejos de dios. Su origen se remonta al comienzo de los 90 donde, agazapados tras la figura de Felipe González, fueron trenzando su poder agasajando al líder, separándole de los que realmente eran sus amigos, pese a ser críticos con él, convenciéndole de que este Partido era él y que los demás y las siglas sobrabamos. Creo que a muchos os sonará la historia porque la hemos repetido alguna que otra vez con idéntico desastroso resultado. A estos primeros renovadores de la nada, algunos, les llamaban las viudas de Benarés.
Los Balbases entre los que se encontraban Tamayo y Saez, se habían hecho fuertes en el seno del PSOE apoyando a José Luis Rodríguez Zapatero en el año 2000, cuando contra todo pronóstico, contra lo votado en las agrupaciones y contra el mandato que habían recibido los delegados del Congreso Socialista, se impuso a Pepe Bono. Hablo con conocimiento de causa cuando digo que aquella elección pone de manifiesto para lo poco que vale el voto de la militancia en las Agrupaciones cuando se eligen delegados porque yo fui a ese Congreso con la clara idea de votar a Matilde Fernández, no en vano mi agrupación ha sido siempre guerrista y acabamos votando a Zapatero para que no ganara Bono, de lo malo, lo menos malo.
Aquel fatídico 10 de junio, cuando dos traidores se ausentaron de la votación para la elección del Presidente de la Comunidad de Madrid, propiciando la imposibilidad de que Simancas alcanzara la Puerta del Sol y robándonos a los madrileños muchos años de progreso y justicia social, no ha sido convenientemente investigado ni aclarado. Nadie ha pagado judicial o políticamente por él pese a existir sospechas fundadas de que su traición fue comprada con dinero de grandes empresas constructoras afines al Partido Popular, ni propios ni extraños han querido ofrecernos a los madrileños una explicación, mucho menos un desagravio.
Pero tampoco en el Partido Socialista hemos aprendido las varias lecciones que se nos aplicaron aquel día de la forma más cruenta imaginable. Desde entonces, no hemos cambiado la manera de elegir nuestros candidatos, que salvo contadas excepciones, se sigue haciendo en los despachos de Ferraz con las diferentes direcciones regionales, cuando hay suerte de que éstas pinten algo. Quizás con las primarias abiertas consigamos solucionar la parte concerniente al cabeza de lista, pero queda mucho más por modernizar, por democratizar. No hemos acordado un sistema de elección de los miembros que irán en las listas acompañando al número uno que cuente con la participación, la voz y el voto de toda la militancia sino que seguimos moviéndonos por oscuros pactos de pasillo, cuotas, familias, mesas camilla, servidumbres personales, pago de deudas, noches de hotel y demás malas mañas del pasado.
Tampoco hemos aprendido que el Partido, las siglas, la historia, los principios y valores están por encima de las personas. Ni la marcha de Felipe con todo su carisma fue el fin del socialismo en España, ni Zapatero, con todo su talante que llegó a eliminar de los carteles electorales las siglas del PSOE que con tanta sangre hemos defendido durante 134 años de historia ha supuesto un punto y final del socialismo español sino todo lo contrario.
Hoy, más que nunca, el Partido Socialista debe aprovecharse de que cuenta con una militancia formada e informada y poner de manifiesto que tenemos un Partido Popular enfrente desmontando todos los avances sociales que con tanto esfuerzo construimos entre todos los españoles. Hay que denunciar que los medios de comunicación están al servicio de los mercados, del capital financiero que es mucho más corruptor que el capital productivo y que necesita un poder político débil y deslegitimado para que no puedan someterlo a regulación. Hoy debemos levantar, no la cabeza, sino la voz y los puños y gritar que no lo vamos a consentir más.
Todo vale para alcanzar el poder. El maquiavelismo de Génova para copar las comunidades autónomas se hizo patente en el Tamayazo. El miedo de Génova a que Simancas cambiara la ley del suelo y frenara la burbuja inmobiliaria hizo que se comprara burdamente a dos personajes que se llamaban socialistas, pero solo por el pin del puño y la rosa que llevaban en la solapa, porque de socialistas, como bien dices, tenían poco, o nada, o eran emboscados de Génova porque les interesaba más que la burbuja fuera creciendo y seguir ganando dinero hasta enriquecerse. ¿Cuántas monedas de plata les dieron? A Judas le dieron una bolsa de 30 monedas.
Y se sigue erre que erre intentando con un entreguismo, denominado pacto, legitimar a una panda de ladrones para que aguanten dos años y medio en la Moncloa y de paso permitan pantomimas de primarias amañadas con 2 ó 3 precandidatos de Ferraz. Sigue sin verse que la ciudadanía sigue dando la espalda a un PSOE cada día más des-socializado que terminará cayendo en la irrelevancia política. La responsabilidad de que esto último no ocurra está ya al nivel de los militantes de base, el grueso de los dirigentes forman la piña del APARATO de CONTROL alineado con el socio-liberalismo europeo.
Saludos
Chapeau!!! Suscribo cien por cien.No queremos un super lider queremos muchos lideres que acompañen al/a mejor.
¿ Solo habia dos traidores? .Si aquellas elecciones se hubieran perdido ,segurian estos dos pajaros con nosotros.¿ Cuántos durmientes siguen en el partido en espera de su oportunidad?