Aunque apenas llevo una semana de vacaciones en este extraño agosto, es imposible dejar de reparar en la cantidad de cosas que están pasando en un mes que tradicionalmente era una tortura para los que se veían obligados a rellenar informativos con noticias de avistamientos de tiburones en las playas españolas, mosquitos tigre que picaban a simpáticos veraneantes o fiestas tradicionales españolas.
En cambio, abrimos es mes del veraneo por excelencia con una comparecencia del Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para mentirnos en sede parlamentaria sobre su relación con Luis Bárcenas y el reparto de sobres en dinero negro entre la cúpula del Partido Popular, y desde entonces no han dejado de sucederse todo tipo de hechos gravísimos, fundamentalmente a nivel nacional, pero también por todo el mundo.
Aunque lo que está pasando en Egipto es gravísimo, complejo y de muy difícil solución ya que todo parece llevar a una guerra civil fratricida que solo traerá sufrimiento, miseria y hambre para el pueblo egipcio, no quiero hoy escribir sobre ello sino concentrarme en lo que sucede dentro de nuestras fronteras, que sin ser comparable en cuanto a la magnitud, si es harto preocupante para los que pagamos el pato del desgobierno popular.
De una parte tenemos el continuo chorreo de información sobre la financiación ilegal del Partido Popular desde su fundación filtrada hábilmente por Luis El Cabrón y que habría hecho caer a cualquier gobierno democrático europeo. Queda claro que Rajoy mintió ya que Dolores Cospedal ha afirmado ante el Juez Ruz que fueron Rajoy y Arenas quienes pactaron el despido en diferido con forma de simulación por el que le pagaban a su Tesorero y amigo 18.000 euros al mes por no hacer nada o más bien por no decir nada.
Para tapar este escándalo mayúsculo, el Gobierno de España ha decidido engordar un conflicto internacional latente como es el que sostenemos con el Reino Unido a costa de Gibraltar y la soberanía de las aguas que rodean al peñón desde hace ya 300 años. Así, cada día, los medios de la derecha pueden lanzar soflamas patrióticas desde sus rojigualdas portadas en lugar de reconocer que la deuda pública ha alcanzado el 90%, que seguimos sin crecer pese a que las economías que nos rodean lo hacen, que la relajación de la prima de riesgo sigue dejando cifras muy superiores a las que con Zapatero nos conducían al Armagedón y que el poco empleo que se crea es precario, estacional y con unas condiciones salariales que no permiten espabilar el consumo interno.
Por otro lado tenemos al gobierno del Partido Popular de Madrid entregando Hospitales Públicos, construidos con el dinero de todos, a la gestión privada de Fondos de Inversión en paraísos fiscales, grandes aseguradoras y demás grandes empresas con ánimo de lucrarse a costa de la salud de los madrileños. Y ya sabemos que, como dice Tomás Gómez, Madrid es el laboratorio en el que los populares prueban sus más salvajes recetas ultra liberales antes de extenderlas al resto del territorio nacional.
También se han aprovechado los calores estivales para facilitar los ERES a las empresas que quieren deshacerse rápido y barato de sus trabajadores y que estaban viendo como los jueces echaban para atrás la mayoría de ellos por no cumplir los requisitos mínimos que impone la norma; para imponer condiciones imposibles de cumplir para la obtención de unas mermadas Becas universitarias; desmantelar el autoconsumo eléctrico en favor de las grandes compañías que nos llevan robando a costa del déficit tarifario y la subasta eléctrica desde que tenemos conocimiento…
No sé qué nos deparará septiembre, con la vuelta al cole y los gastos que ello conlleva, el pago de los pequeños excesos veraniegos, la subida de la luz y el gas, los hidrocarburo, con el despido de todos aquellos contratados para atender la demanda veraniega y con el desgobierno popular otra vez de vuelta al tajo. Se avecina una cuesta de otoño mucho más empinada que la famosa cuesta de enero, si no, al tiempo.
EXTRAÑO MES DE AGOSTO
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