Hoy, mientras vuelo a Bruselas mi corazón se queda en España, concretamente en Granada, en donde se celebra el Congreso Extraordinario del PSOE de Andalucía en el que se despide como Secretario General mi compañero, mi maestro, mi amigo, José Antonio Griñán. Tenía que estar en Granada porque me había invitado personalmente mi amigo y porque era lo que me pedía el corazón, pero ya estaban pagados los billetes de avión destino Bélgica, con tarifa de pobre, de las que no admiten cambios ni devoluciones, así que mientras yo vuelo hacia el norte, mi corazón galopa hacia el sur.
No es la primera vez que escribo sobre lo que me une a Pepe, ni creo que será la última porque aunque él ha dado un generoso paso atrás sigue siendo uno de los políticos más lúcidos de nuestro panorama nacional y sus sabios consejos y su valiente ejemplo seguirá siendo, para muchos, una luz en la oscuridad que nos rodea. En mi caso sólo he escuchado de su boca palabras de aliento para seguir luchando por nuestros principios y valores, por nuestra gente que es la que más sufre esta crisis brutal, por nuestro querido Partido que atraviesa un desierto del que solo podrá salir con audacia, valor y fuerza.
Desde que en aquel febrero de 2012, sin haber cruzado palabra con él jamás, me ofrecí en un privado de Twitter a echar una mano en la campaña de las elecciones andaluzas y Pepe me contestó agradecido poniéndome en contacto con Ricardo, nuestro Ricardo, mi Ricardito, don Ricardo para él, no ha dejado de sorprenderme la humanidad, la cercanía, la calidez de un hombre que tiene todo para sentirse por encima del resto de nosotros: es Presidente de la Junta de Andalucía, 9 millones de habitantes, más que algún país de la UE; Presidente del Partido Socialista Obrero Español, 134 años de historia gloriosa en defensa de la libertad, la justicia, los derechos individuales… Secretario General de la Federación socialista andaluza, la más grande de España, la que inclina la balanza con su sola presencia.
No voy a desvelar aquí cosas que se quedan en la esfera personal del cariño sincero y la admiración personal, pero quiero comentar una anécdota, pequeña, un detalle nimio que para mí ejemplifica por qué Pepe Griñán es tan importante y lo será siempre para mí. Una tarde que andaba jodida, perdonadme la expresión pero era así como estaba, bien jodida, por razones políticas que no vienen al caso, escribí en Twitter: «, «Llueve en Coslada, la tarde está tormentosa, como mi ánimo». Nada más y nada menos. Al cabo de unos minutos recibí un Whatsapp de Pepe en el que me decía: «Leo tu comentario sobre la tormenta en Coslada y me has recordado una de las primeras películas de FF Coppola: Llueve sobre mi corazón. Estás tristona y se te nota; así que sonríe para que tus amigos estemos contentos». Y después de una rato de conversación añadía: «Tu sonríe porque la sonrisa alegra a tus amigos y enfada a tus enemigos» Para terminar con: «Tu alegría es una campanilla en el cuore de los que te queremos. Beso».
Y eso es todo lo que he obtenido del Presidente de Andalucía, ni un cargo, ni un curro, ni nada de lo que vaticinaban los de siempre, los que solo echan una mano por interés, los que solo trabajan a cambio de algo, los que no se mojan ni cuando llueve, los que se ponen de canto cuando arrecia el temporal y dan codazos para estar en primera fila cuando sale el sol. Eso es todo: cariño, reconocimiento y respeto. Eso es todo, que igual parece poco pero vale más que cualquier tesoro para mí.
Hoy deja de ser el Secretario General de los socialistas andaluces con discreción, sin aspavientos, igual que dejó de ser el Presidente de los andaluces sin hacer ruido, sin montar escándalos, sin grandes homenajes pero con el cariño, la admiración y el respeto de cientos de miles de nosotros, socialistas con y sin carné, que no le olvidaremos. ¡Hasta siempre, Pepe!
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