
En estos días estamos asistiendo a uno de los momentos más difíciles de España, con la insoportable presión del independentismo catalán llevada a su máxima expresión ayer con la celebración del referéndum ilegal y la torpeza en la respuesta, no solo del Gobierno, que lo fue y mucho, sino, en general, de todo el arco parlamentario español.
Como en cualquier guerra, y esta lo es, la primera víctima es la verdad. Se ha mentido sobre quién y cómo podía votar, se han elevado las cifras de heridos que ni en Kosovo, se ha asegurado contar con la mayoría silenciosa, se han denunciado abusos que no han existido, se ha afirmado contar con una legalidad de la que no se disfruta y, la mayor de todas, se ha convencido a una parte de la población de que esto no iba de INDEPENDENCIA, sino de DEMOCRACIA, como si los que promueven, pagan y amparan este referéndum no fueran independentistas…
Pero, cómo convencer a una parte de la sociedad catalana que está luchando por un sueño, una utopía, algo tan heroico como librarse de la derecha española y vivir en la bucólica república independiente, pacífica, rica, decente, grande y libre catalana, con la frialdad de los datos, de los hechos objetivos, como que su independencia supondría la salida de la Unión Europea, la pérdida del 80% de sus exportaciones (que son al resto de España), que no podrían financiarse ya que los mercados han calificado la deuda catalana de bono basura, en resumen, un mal negocio.
Habría que explicarles que España es un país maravilloso, pero para hacerlo, para que Rajoy o cualquiera de sus compañeros de Gobierno pudieran hacer sentir a los catalanes que realmente merece la pena seguir juntos en este maravilloso país llamado España, primero tendrían que sentirlo ellos mismos. He dicho sentirlo, no envolverse en su bandera y hacer como que lo sienten mientras llevan su dinero a paraísos fiscales, desmontan el Estado del Bienestar que mejoraba la vida de los españoles y enfrentan a territorios en una competencia fiscal que acaba con la solidaridad interterritorial.
Pero no quiero hablar de política, quiero hablar de España, un país que hace 40 años, a la muerte del dictador, supo perdonar, que no olvidar y mirar al futuro juntos. Ese es mérito de los vencidos, mucho más que de los vencedores, que renunciaron a cobrar venganza, a devolver los agravios sufridos durante la dictadura y decidieron que juntos podríamos construir un futuro para las generaciones venideras. Y así lo hicimos, salimos del ostracismo y entramos en Europa y aprovechamos la generosidad de los Fondos de Cohesión para hacer crecer el país, para tratar de igualar territorios, para que no hubiera españoles de segunda y de tercera…
Y desarrollamos un Sistema Sanitario en el que a nadie se deja atrás, que es la envidia del mundo, que usan como modelo para tratar de tener uno propio, grandes potencias como Estados Unidos de América. Y somos líderes mundiales en donación de órganos, porque somos un pueblo generoso que pensamos en los que tenemos alrededor. Y tenemos unas unidades de élite que acuden a cualquier lugar del mundo donde se nos necesite cuando hay un incendio o un terremoto poniendo sus propias vidas en peligro. Y tenemos unos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que son requeridas en conflictos internacionales para ayudar a construir la paz y la democracia.
Y organizamos unos Juegos Olímpicos, que no solo colocaron a Barcelona en el mundo, sino que fueron los mejores hasta la fecha y que marcaron un antes y un después en el olimpismo. Y tenemos grandes deportistas de reconocido prestigio en el mundo, que llevan el nombre de España y sus colores a lo más alto allá donde compiten. Y somos los mejores en muchos deportes de equipo, donde colaboran nacidos en todos los puntos del país.
Y derrotamos juntos a ETA, unidos frente al terrorismo y al horror en el pasado, como ahora lo estamos frente al yihadismo o cualquier otra forma de violencia que nos quieran imponer. Contra los unos y los otros hemos salido a la calle sin preguntarnos de qué territorio era la sangre derramada, ni dónde había nacido el que clamaba a nuestro lado con el mismo dolor que nosotros mismos.
España es un lugar maravilloso que perdería una parte esencial de ella misma si Cataluña se independizara, pero es que Cataluña perdería aún más si dejara de formar parte de este gran país que es España. Juntos hemos hecho grandes cosas y nos quedan otras muchas por hacer, como luchar contra los corruptos de aquí y de allá, recuperar los derechos y libertades perdidos con la excusa de la crisis, ampliar el Estado del Bienestar, construir una Europa de ciudadanos y no de capitales… tantas cosas.