Foto: Inés Arrimadas celebra su victoria en las elecciones catalanas. (EFE)
SI YO FUERA INÉS ARRIMADAS
En los últimos días, cada vez que converso con alguno de mis ex compañeros de partido, buenos socialistas, militantes del PSOE desde hace años, hay un tema recurrente Ciudadanos y si es o no posible que los votantes del PSOE espantados por las ocurrencias de Sánchez encuentren refugio en la formación naranja como lo han hecho los votantes del PSC espantados por las ocurrencias de ICETA.
Es pronto para aventurar una respuesta objetiva, lejos de los sentimientos encontrados que me provoca el PSOE de Pedro Sánchez y sin el apasionamiento del daño recibido pero lo que sí puedo hacer es reflexionar sobre lo que yo haría si fuera Inés Arrimadas, ganadora de las elecciones autonómicas celebradas recientemente en Cataluña en votos y en escaños, que tiene más mérito.
Para alcanzar la mayoría absoluta en el parlamento catalán, es necesario reunir 68 escaños. Ciudadanos tiene 36, el PSC 17 y el PP 4, por lo que el bloque constitucional suma 57. Del lado del independentismo JxC tienen 34 escaños (pero con algunos diputados fugados y/o encarcelados), ERC 32 (también con encarcelados) y la CUP 4, luego de poder votar todos sumarían 70 y tendrían la mayoría absoluta. En mitad de ninguna parte andan los 8 diputados del Podemos catalán, aunque ante la duda, siempre se inclinan hacia el independentismo.
Soslayando las dificultades para poner de acuerdo al héroe Junqueras que se está comiendo cárcel por dar la cara por el “Procés” y el jeta de Puigdemont que anda sufriendo horrores en un palacete de lujo en Bélgica, además de a los radicales de las CUP, los independentistas tiene el hándicap de que sin Puigdemont, Meritxell Serret, Comín, Lluis Puig y Ponsatí, huídos de la justicia, su mayoría ya no es absoluta, sumarían 65 diputados, los mismo que si los Comunes se unieran al bloque constitucional, 57 + 8 = a 65.
Ya sé que este es un ejercicio de política ficción más propio del pactómetro de Ferreras que de un análisis político serio, pero es necesario como introducción a lo que yo haría si fuese Inés Arrimadas porque existe una posibilidad, aunque sea remota, de ser la presidenta de la Generalitat de Cataluña.
Lo primero es no dejar que nadie olvide que yo y solo yo he ganado las elecciones, que tengo 36 diputados, 2 más que el fugado y 4 más que ERC. Que yo y solo yo, he superado el millón de votos teniendo el apoyo del 25% de mis vecinos. Y para eso hay que comportarse como si realmente se han ganado las elecciones y se cuenta con el apoyo mayoritaria de los votantes.
Independientemente del circo mediático secesionista, me hubiera reunido con los líderes del PSC, del PP y también de los Comunes para ofrecerles participar de una suerte de Gobierno de Concentración con el objetivo de atajar la crisis institucional y social que está destrozando Cataluña y parar la sangría económica que han abierto las payasadas independentistas. Además de ofrecerles participar de ese Gobierno con alguna consejería, fijaría fecha para el fin de la legislatura en un par de años, tiempo suficiente para cambiar la Ley Electoral que beneficia a las minorías independentistas, despolitizar la televisión pública, parar el adoctrinamiento de críos en las escuelas, dar garantías a las empresas y trabajadores de que se cumplirá el marco legal para poder crear empleo y crecer por encima de la media española y, sobre todo, tratar de cerrar la brecha que se ha abierto en la sociedad catalana, una sociedad partida en dos, crispada, que mira de reojo a sus vecinos, que se siente agraviada por la otra parte, sea cual sea esa parte.
Ofrecer al PSC mejorar la sanidad y la educación, abandonadas por décadas de gobiernos independentistas ocupados en distraer el dinero público de todos para sus fines secesionistas. Ofrecer al PP recuperar la complicidad entre Cataluña y el resto de España, mejorar las infraestructuras, conseguir inversiones nacionales y extranjeras. Ofrecer a los Comunes protección contra desahucios, luchar contra el turismo basura, políticas sociales para los más desfavorecidos. Y una vez ofrecido todo esto, si alguno de los actores, o todos ellos, se desmarcan, se retratarán ante la opinión pública.
Si después de una oferta concreta y real, que mejoraría la vida de los catalanes, su propia convivencia y las relaciones con el resto de España, se acaban teniendo que repetir las elecciones porque alguien piensa más en clave partidista que en el interés general, yo, o sea, Inés, tendría hecha la campaña electoral.
Si pese a todos mis esfuerzos y contra pronóstico, los independentistas consiguen ponerse de acuerdo y investir presidente a alguien que no sea Puigdemont, con muchos de sus diputados con un horizonte penal nefasto y con la espada de Damocles de las CUP siempre a punto de caer, habría demostrado a los electores catalanes y del resto de España, que Ciudadanos tiene capacidad para encontrar soluciones en situaciones de crisis, para gobernar en momentos difíciles, para ser una opción de voto seguro y fiable, lo que me situaría en una posición de privilegio de cara a futuros procesos electorales, no solo en Cataluña.