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AYER TUVE UN DÍA DE FURIA

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Yo confieso que ayer, para mí, fue el peor día desde que empezó la cuarentena, que la decisión, luego valoraré la misma, del Ministro de Sanidad de dejar a Madrid en FASE 0, una semana más, aunque esperada y en mi fuero interno comprendida, fue la gota que colmó mi vaso y exploté.

Son muchas semanas sin ver a mi hija, mi única hija, que vive solo a unos pocos kilómetros de mi casa, pero que por respeto a las normas, no he ido a ver. En estas semanas que no la he visto ha estado trabajando como enfermera en una residencia de ancianos donde han fallecido 40 a causa del COVID, sin medios de protección adecuados, en jornadas laborales extendidas, sin saber muy bien qué era esta bicho inmundo y cómo mataba a la gente de mil maneras, a cual más cruel.

En estas semanas ha contraído la enfermedad y la ha pasado sola, sin que su madre pudiera acercarse a cuidarla, a llenarle la nevera, a espantar un poco el miedo que ha pasado habiendo visto morir a muchos enfermos entre terribles dolores, asfixiándose. Afortunadamente fue de las que han tenido síntomas llevaderos y ahora solo tiene que vigilarse que no padezca alguno de los indeseables efectos secundarios que te deja el coronavirus en tu cuerpo, como la propensión a los trombos.

En estas semanas hemos apuntado en el calendario el 11 de mayo como día de entrada en Madrid en FASE 1 y el sábado 16 (hoy) como el día de vernos y comernos una oreja a la plancha en la terraza del bar de enfrente de casa, pues es cuando ella libraba después de muchos días doblando turnos. Lo hemos apuntado en el calendario y lo hemos borrado al quedarnos en el pelotón de los torpes la semana pasada. Apuntamos como nuestro día de al fin reencontrarnos el 18 de mayo, pero ayer tuvimos que volver a borrarlo al quedarnos en la FASE 0,5 y ya no sabemos cuándo llegará.

Por otra parte, mientras no estemos en FASE 1 yo seguiré en el ERTE de mi empresa, en el que cada mes pierdo una pasta de salario y se hace más incierta la vuelta al curro con garantías de no irnos todos a la calle en breve. Así que a la tensión emocional se une la incertidumbre laboral y ayer, insisto, tuve un día de furia.

Sé que Simón tiene razón en que en la Comunidad de Madrid, la densidad de población es brutal (decisión política de la derecha madrileña que cuando llegó al poder hace casi tres décadas apostó por el ladrillo como método de hacer pasta, pero esa es otra discusión para tener en otro lugar). Sé que tenemos la ciudad más grande de España, con más quilómetros de suburbano, la conexión AVE con todo el resto de territorio, el mayor aeropuerto internacional y cuatro o cinco ciudades con 200.000 habitantes, más que la mayoría de capitales de provincia. Pero como dice Ayuso, eso es así y va a seguir siendo así, por lo que no puede ser la causa de quedarnos encerrados de por vida.

Sé que Simón tiene razón cuando apunta, discreta y sutilmente, porque hay que reconocerle que es un alma de dios, que la Atención Primaria en Madrid está en cuidados intensivos. Desde hace años sus efectivos han ido viéndose reducidos y la población a la que atienden aumentada. Cuando llegó el Armagedón, se utilizaron esos profesionales sanitarios para reforzar los hospitales y para deambular por el IFEMA y ahora tenemos centros de salud cerrados, no tenemos circuitos diferenciados para COVID y el resto de enfermedades y no somos capaces de llevar a cabo la detección precoz de casos y el rastreo de sospechosos. El miércoles la Comunidad aprobó en mesa sectorial el REFUERZO, esperemos que llegue a tiempo para presentarnos al examen del jueves que viene.

Sé que Ayuso tiene razón cuando dice que tras estas decisiones se ocultan intencionalidades políticas. A nadie se le escapa que en Cataluña están sufriendo, corregido y aumentado, esto mismo que describo para Madrid y que el agravio comparativo de que la capital pasara a FASE 1 y Barcelona siguiera en FASE 0 se lo iban a cobrar caro los indepes a Sánchez. Del mismo modo nadie puede negar que los vascos están recibiendo un trato de favor porque su apoyo a la prórroga del Estado de Alarma hoy y a los Presupuestos Generales del Estado, mañana, es indispensable para Sánchez. Pero si Madrid no tuviera las carencias que he descrito antes, no habría excusa objetiva para el Gobierno.

Ayer, lloré de rabia, de frustración, de pena, lloré y despotriqué y hoy, aunque sigo triste y enfadada, estoy algo mejor. Quiero creer que la semana que viene la Comunidad de Madrid hará las cosas bien y Sanidad nos permitirá avanzar de fase el 25 de mayo. Quiero creer que en diez días podré ir a ver a mi hija, y podré volver a mi curro, y podré tomarme unas cervecitas en los bares de mis amigos, que están con el agua al cuello, y podré pensar en las vacaciones de este verano, más austeras, con medidas de precaución, pero vacaciones a fin de cuentas.