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FANATISMO ANTIABORTISTA

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Desde que el Presidente Rajoy decidiera renunciar a la descabellada idea del Partido Popular de reformar la actual Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, una ley de plazos, moderna y homologable con las de las democracias europeas que nos rodean, recuperando una restrictiva ley de supuestos que volvía a criminalizar a las mujeres que tomaran la dolorosa decisión de abortar y que las obligaba a pasar por un calvario de exámenes y autorizaciones, se ha desatado una especie de esquizofrenia antiabortista que está alcanzando cotas de esperpento inenarrables.

Algunos creemos que el aborto es tolerable en las 14 primeras semanas del embarazo porque en ellas aún no hay un feto sino un embrión, y es en este final del primer trimestre del embarazo en que el desarrollo embrionario lo convierte en un verdadero proyecto diferenciado de ser humano cuando consideramos razonable establecer el límite al aborto legal.

El hecho de que creamos que debe ser legal poder abortar dentro de ese plazo no nos convierte en defensores del aborto, porque sin duda ninguna, cuando una mujer se ve en la obligación de abortar es porque antes han fracasado muchas otras cosas: métodos anticonceptivos, información y formación sobre salud sexual y reproductiva, apoyo social, ayudas del Estado… en fin, que no es una fiesta sino un drama cuyas dimensiones solo puede conocer aquella que se ha visto abocada a pasar por tan terrible experiencia.

Otros creen que la vida comienza en el momento mismo de la concepción y por tanto no están de acuerdo con establecer un plazo en el que el aborto sea legal, salvo con las excepciones de que la madre haya sido violada o el feto tenga importantes malformaciones incompatibles con la vida, o al menos con una vida en condiciones dignas. Esta postura es un tanto inexplicable para mí porque si piensas que hay vida desde el momento de la concepción no debería haber ninguna excusa para acabar con ella, digo yo.

Esta es la postura de aborto cero es la que defienden los defensores de la vida a ultranza, que piensan que no solo no debe permitirse abortar en ningún plazo ni bajo ningún supuesto, sino que tampoco se debe permitir el uso de la llamada píldora del día después porque si ya hay concepción y por tanto habría aborto. Aunque no comparto su postura me parece bastante más coherente que otras intermedias. Eso sí, si te cruzas con uno de ellos y les explicas educadamente tus razones para permitir el aborto legal te llamarán nazi, genocida y otras lindezas.

Finalmente nos encontramos con el caso de los que, como la alcaldesa del PP de Zamora, médico para más inri, piensan que cada óvulo no fecundado es un aborto incipiente (sic) Estos creen que la sexualidad solo tiene sentido con fines reproductivos y por tanto no toleran los métodos anticonceptivos, ni los contraceptivos, mucho menos el aborto. Sin duda son los más beligerantes con aquellos que nos encontramos en las antípodas de su pensamiento ultra conservador.

No es un debate científico porque no se trata de determinar el momento exacto en que existe un ser humano diferenciado y cuándo éste puede vivir independiente de su madre, algo que la ciencia tiene más o menos resuelto, ni siquiera es un debate político porque hay gentes de derechas y de izquierdas favorables y contrarias al aborto, es un debate moral, de lo que para unos es tolerable y para otros una atrocidad y el Estado no puede estar legislando atendiendo a los valores morales de nadie sino que debe establecer un mínimo de consenso sobre un tema tan delicado como la maternidad.

Y eso es exactamente lo que existía en España con relación al aborto, un consenso, una convivencia pacífica de la mayoría que se mostraba conforme con establecer un plazo dentro del cual una mujer pudiera abortar sin necesidad de permisos, tutelas o excusas, con todas las garantías médicas y legales. Y eso es lo que ha comprendido tardíamente el Partido Popular, que a la mayoría social le repugnaba la idea de obligar a ser madres a quienes no deseaban serlo, que les resultaba intolerable la idea de traer al mundo criaturas que no podrían sobrevivir sino unos pocos meses o años sometidas a terribles sufrimiento, que no comprendían por qué teníamos que someternos a los dictados morales de una minoría.