Ayer, en la red se lanzó una campaña llamada #guillotina que según Libertad Digital proviene de Izquierda Unida y va acompañada de la frase: «los póximos recortes los haremos nosotros con guillotina», desconozco si esto es cierto.
Cuando yo tuve conocimiento de ella en twitter era más bien una manera metafórica de acabar con las cosas que no nos gustan. Había gente que ponía «contra el hambre en el mundo #guillotina», yo misma puse «para los que dicen una cosa y hacen otra #guillotina» en un tweet de componente personal, que nada tiene que ver con la política, pero que estos radicales cavernarios se lo han tomado como una crítica a Rajoy. Ya sabéis, el que se pica, ajos come.
La polémica se desató cuando puse «para los que vivían con el asesino Franco tiempos de extraordinaria placidez #guillotina» en un recuerdo a las indignantes palabras de Mayor Oreja, Ministro de la Democracia, gran defensor de las libertades públicas, prócer de los populares.
A partir de nombrar a Franco, empezaron a entrar a insultarme, a pedir respeto por el genocida, a decirme que no tenía ni idea de lo que era el franquismo y otras lindezas, un gran número de votantes del PP, lo que no deja de sorprender en un partido que presume de estar centrados en nosotros, que se enoja cuando se les dice que son de derechas y que se envuelven en la bandera de la Constitución a la mínima oportunidad.
Es inimaginable pensar en Angela Merkel o cualquiera de los miembros de su partido defendiendo a Hitler o diciendo que con él se vivían tiempos de paz y desarrollo. Nadie se imagina a un demócrata alemán pidiendo respeto para el autor del holocausto o diciéndole a los judios que tienen que olvidar y no homenajear a sus caídos porque eso impide cerrar las heridas.
En cambio, en España, nombrar a Franco, pedir que se retiren sus estatuas y las calles en su honor, desenterrar de las cunetas a los republicanos para darles una sepultura digna, limpiar los expedientes de 40 años de genocidio franquista es considerado un acto de rojos asesinos que buscan venganza.
Tratando de encontrar un sentido a esta paradoja que supone que más de 30 años después de enterrado el asesino, aprobada una Constitución por la mayoría de los españoles, transcurridos varios gobiernos de distinto color político asentados en la democracia, haya tantos defensores de la dictadura de Francisco Franco Bahamonde solo puede encontrarse en el árbol genealógico de los actules dirigentes del PP.
Si hacéis el sencillo ejercicio de poner en google los apellidos de los actuales Ministros, Consejeros, Diputados, etc del Partido Popular y buscáis Ministros de Franco encontraréis clarificadoras coincidencias, como por ejemplo: Pío Cabanillas Gallas ; José María Gamazo y Manglano; Manuel Fraga Iribarne; Iñigo Cavero y Lataillade; Rafael Arias-Salgado; Carlos Robles Piquer; José Manuel Romay Beccaría; Manuel Aznar Zubigaray…
En fin, que todos estos demócratas, centrados en nosotros, sufren una curiosa dicotomía, la de ser defensores de la democracia y a la vez defensores de la memoria de sus mayores, acérrimos franquistas. Solo así se entiende que en pleno 2012, siendo miembros de la Unión Europea, participando del desarrollo en la demócrata Europa, criticar la dictadura franquista sea motivo de discusión y descarnados ataques casi sangrientos.
No faltarán los que hoy entren como becerros para decir que los rojos matamos más que nadie durante la Guerra. No seré yo quien lo discuta, pero les recuerdo a todos los paquistas que durante los años que duró la Guerra Civil española se cometieron atrocidades por ambos bandos, como suele suceder en toda guerra, pero que una vez se alzó con la victoria el bando Nacional impuso a sangre y fuego su ideología, su religión, su moral, sus valores…
Quiero recordar a todos estos que hablan de cerrar heridas que durante cuarenta años en España se produjo un genocidio, es decir, la eliminación continuada y sistemática de una parte de la población, la conformada por los rojos, los homosexuales, los intelectuales, los republicanos… por Francisco Franco Bahamonde y sus secuaces.
Ya adelanto que no estoy de acuerdo con la dictadura cubana que suele ser el inteligentísimo comentario que más desarrollan estos capitidisminuidos intelectuales defensores del paquismo. Creo en la democracia, en todos los lugares del mundo. No creo en las dictaduras, ni personales, ni de partidos, ni siquiera del proletariado.
Sea esta entrada un sentido homenaje al aniversario de la II República Española, que con sus luces y sus sombras se inció el 14 de abril del 31 en un acto de libertad y democracia casi sin precedentes hasta el momento en España.
¡Salud y República!
Ignoro si los «Bahamonte» por Bahamonde en el séptimo y antepenúltimo párrafos son casuales o buscados, en caso de que sean erratas te ruego que las corrijas.
Por lo demás, no puedo estar más de acuerdo contigo.
Salud y república, ciudadana.
La verdad Juanma que era por hacer la gracieta de que la cabra tira al Monte, pero tienes razón que mejor lo corrijo que esta es una entrada seria, gracias.
Grande y coherente Marta
Buena marcha me ha dado tu nota de hoy para retornar a la red, Salud y República!!! si nos lo permiten los recortes… sociales, claro.
La derecha siempre juega la baza de decir que el ejército de la república mató a muchos de los suyos haciendo abstracción de que los sublevados se alzaron en armas contra un régimen legítimo y democrático.
Hay guerras justas aunque ningún ejército sea inocente.
Mayor Oreja tiene el honor de haber ido a cenar con el comando que lo había condenado a muerte (luego arrepentidos); estoy harto de vuestro odio. Si no cabemos en España habrá que actuar, ya que yo ejerceré mi derecho a existir.
La monarquía es la «marca» de la burguesía y el gran capital monopolista. Como Jefe del Estado es a su vez el de los ejércitos, poderoso medio de disuasión para sacudir de ideas izquierdistas a l@s obrer@s de España. Si renuncia el Rey prometemos ante él defender los trabajadores a España de cualquier competencia sucesoria al trono, nacionalizaremos la banca y los grandes monopolios capitalistas, ejerceremos el control democrático de la producción, constituiremos un Estado Socialista sobre la base de la igualdad y el trabajo y defenderemos si es preciso con las armas en la mano todas y cada una de las conquistas sociales. El monarca puede irse a Mónaco o donde le plazca tranquilo porque no le decepcionaremos, estará orgulloso de nosotr@s sin su tutela odiosa. Bye majestad…
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¿Y antes de la sublevación? ¿Nadie impuso a sangre y fuego nada?
Entre mis peores recuerdos del franquismo están:
-Correr para que no me pisotearan los caballos de los grises sevillanos durante mis estudios universitarios (periodo 1969-1973).
-Los 15 meses de servicio militar en Camposoto-Ceuta (1974-1975)
Como es obvio, son fruslerías comparadas con los padecimientos que han sufrido tantísimos miles de personas afectadas por venganzas sangrientas sobre sus familiares o sobre ellos mismos. Mucho más extensos e intensos durante los diez primeros años de postguerra.
Nací en 1948, luego no he sido testigo de nuestra última guerra civil, pero si he sido testigo, y sufridor, de la tremenda persecución que el régimen franquista imponía a cualquiera que no aceptase y alabase no sólo la forma de vivir, también la forma de pensar, que propugnaba dicho régimen.
Ahora estamos padeciendo el error, y por qué no decirlo, el vergonzante entreguismo, de los partidos políticos durante la transición. Si hubiésemos realizado una ruptura democrática medio decente otro gallo nos cantaría. Se permitió que todos los poderes fácticos siguiesen instalados en los centros de decisión y ni se cuestionó la forma de estado. Por ello, aquí estamos con nuestra “Monarquía orgánica” (es decir: la que a Franco le salió de sus órganos).
Estimo que va siendo hora de sacar a debate los temas que he sugerido y encarar una especie de “Segunda transición” donde podamos poner en su lugar el mucho lastre franquista que aún arrastra nuestro sistema social.